Simeone atrapa a Ancelotti
Sin la púrpura europea, el Madrid es otro. La competición doméstica volvió a dejar la versión más rebajada de los de Ancelotti en un derbi hermético, de difícil digestión futbolística, para ponerle más negra todavía LaLiga. El partido afeó la portentosa actuación de Anfield porque mandó el plan de Simeone. Hubo un equipo resistente y con oficio, que movió el dibujo defensivo según le convenía (1-4-4-2 o 1-5-4-1) y plantó un bloque replegado para obligar al Madrid a atacar por fuera sin que éste encontrara nunca del todo a Vinicius. Y cuando lo hizo al brasileño le faltó su gracia habitual y se topó con las ayudas insistentes de Savic que le cegaron la vista. En ese contexto, el Atleti se defendió con orden ante un rival sin verticalidad ni desmarques. Jugó contenido, bajo de pulsaciones, con limitada aportación de los laterales y un centro del campo que se dispersó en la manija. Al final, de no ser por el cabezazo de Álvaro Rodríguez, apenas metió miedo al Atleti. No es un asunto menor en el Madrid, cuyo juego ofensivo muchas veces empieza y acaba en Vinicius. Un equipo como el blanco merece más alternativas.
El férreo cerrojo del Atleti contrastó con su poco colmillo en ataque. No tuvo vértigo en las transiciones al masticar demasiado el balón tanto Saúl como Koke y al no tener Griezmann una referencia por delante. Fue una posesión poco constructiva, pese al atrevimiento inicial de Pablo Barrios o las buenas anticipaciones del capitán en acciones que deberían haber tomado un rumbo diferente. Cuando se quedó con diez por la expulsión de Correa, la entrada de Morata le sirvió de oxígeno para salir de la cueva. Se lastimará Simeone por la confusión en el marcaje del gol del empate, porque se jugó a lo que él quiso y el triunfo se le escapó de una forma inopinada. Como al Madrid se le va LaLiga.
Dar alas al rival
Nada más salir, Morata sacó una falta a Militao en una zona en la que no había peligro. El brasileño se pasó de frenada y propició una buena acción a balón parado que el Atlético aprovechó. La estrategia no entiende de números.