OPINIÓN

Sergi Roberto quería una Navidad en paz

Con sus dos goles, le devolvió el guiño a su entrenador y le evitó un buen lío, porque un 2-2 hubiese dado pie a un viaje diabólico a Dallas.

Cancelo y Lamine Yamal festejan con Sergi Roberto el segundo gol del capitán del Barça.
JOSEP LAGO | AFP
Juan Jiménez
Redactor jefe de AS. Fue colaborador en AS (2000-04) y, después de pasar por Málaga Hoy, regresó como jefe de Sección en Málaga. Delegado de Andalucía entre 2009 y 2012, colaboró en la integración digital-papel de AS en Madrid. Cubre la información del Barça y la Selección de baloncesto. Tres Juegos Olímpicos. Colaborador de SER, Canal Sur y Gol.
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Con las bajas de Gavi, De Jong y Pedri, Xavi tenía que escoger contra el Almería a quién hacerle el guiño navideño. Podía optar por Oriol Romeu, que vive malos días (anoche, por cierto, recibió el cariño de la gente como buen profesional que es), pero su elección fue Sergi Roberto, que no deja de ser su capitán, también está viviendo un año duro y suma en el vestuario. Sergi Roberto, el héroe del 6-1 ante el PSG, esa noche de sueños siempre se la deberá el barcelonismo, guarda, aunque sea en pequeños frascos, algo de aquella magia e instinto ganador del gran Barça con el que creció. Con sus dos goles, le devolvió el guiño a su entrenador, durísimo con justicia con la plantilla al final del partido, y le evitó un buen lío, porque un 2-2 hubiese dado pie a un viaje diabólico a Dallas.

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Sergi Roberto quería una Navidad en paz y así será, pero el Barça vive un momento difícil. Con las ideas congeladas, jugó una primera parte flojísima, sin pasión. Mal colocado en la presión, pastoso en la combinación y con un flojísimo João Félix, que se va con deberes de Navidad, no transmitió nada y, para colmo, a Raphinha se le ocurrió taparse los oídos cuando marcó el 1-0 como si estuviese firmando una gesta. Puede dar gracias de que la gente haya perdido ese punto de crueldad que acabó con la carrera de Coutinho en el Barça cuando lo hizo contra el Manchester United. El Barça sólo se arrimó cuando vio que podía tener un problema serio y ni con el 2-1 vivió tranquilo. Iñaki Peña y Araújo no se comunicaron. Una nube negra cubrió la montaña mágica con el 2-2. Hasta que apareció el capitán y deseó felices fiestas a todos.

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