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Se pusieron las botas

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Sólo fútbol.- El comunicado emitido y enunciado esta semana por los cuatro capitanes de la Selección (Morata, Azpilicueta, Rodri y Asensio) para reprochar todo lo acontecido tras la exitosa final femenina de Sidney, hasta lograr dejar en segundo plano el maravilloso Mundial conquistado por nuestras internacionales, finalizaba con un punto en el que reclamaban que se volviera a hablar sólo de fútbol dado que España se jugaba el pase a la Eurocopa de Alemania en esta cita de Tiflis. Una derrota o un empate ante la combativa Georgia suponía un fracaso absoluto. Pero es evidente que Luis de la Fuente y sus chicos tenían claro cómo afrontar un partido reivindicativo en mitad del ruido. No olvidemos que el 28 de marzo de 2021, esta misma selección nacida junto al mar Negro nos puso contra las cuerdas en el camino hacia el Mundial de Qatar. En esos tiempos en los que Luis Enrique tendía a hiperbolizar todo hasta hacernos creer que con él íbamos a ser invencibles, hubo que recurrir a un golazo postrero del gran Dani Olmo para sellar un triunfo agónico. Esa noche presentó Kvaratskhelia, o como se diga, sus credenciales, con una actuación portentosa, volviendo loco a Pedro Porro. Por eso todos teníamos nuestras reticencias ante la nueva cita con esta exrepública soviética. Pisar una cáscara de plátano y con la que está cayendo en la Federación hubiera supuesto una bomba de relojería con una onda expansiva que se hubiese llevado a más gente por delante, más allá de Luis Rubiales o Jorge Vilda.

Mo-ra-ta-tá.- Al capitán de la Selección le sienta muy bien la camiseta de La Roja. Sabe que aquí nadie va a discutir sus galones y su titularidad, lo que le lleva a jugar con un aplomo y una confianza que nunca exhibió en sus clubes. Álvaro abrió la lata con un golazo de cabeza a lo Santillana, marcando los tiempos para darle brillo al espléndido pase de Asensio. Un gol que pudimos ver por el Bernabéu hace seis años. A partir de ahí el partido se le hizo bola a los georgianos, que veían pasar la pelota por delante de sus narices como la vaca que ve pasar el tren asumiendo que jamás tendrá sitio en sus vagones. El bueno de Mamardashvili sufrió un fusilamiento masivo y despiadado. Sacó tres o cuatro, pero el resto fueron a la caja sin que pudiese empequeñecer una portería que parecía una bañera gigante. Morata puso su firma a un hat-trick y Dani Olmo certificó su golazo de siempre antes de romperse. Un infortunio que compartió con Asensio. Pero esta España tiene Plan B.

Golden Boys.- La desgracia de las lesiones dio paso a Nico Williams y Lamine Yamal, que debutó con 16 años y un puñado de días. Estos dos chavales van a escribir el futuro de España. Dos puñales por los costados, dos artífices del uno contra uno, dos incordios para los laterales rivales. Y encima cada uno facturó su golito, ambos de bella factura. Con estos críos podemos ir al fin del mundo.

Gradas vacías.- El estadio estaba casi lleno en el arranque y terminó vacío a base de goles y de una persistente lluvia torrencial. Sólo aguantaban los heroicos fieles de la peña ‘Marea Roja’, que siguen a España allá por donde va. Brindo por ellos y brindo por esas botas que por un error de logística no llegaron a Tiflis hasta esta misma mañana. Eso demuestra que en el fútbol hay mucho paripé. En la víspera se entrenaron los nuestros con zapatillas de deporte y hoy meten siete con las botas recién llegadas. Al final triunfa la lógica. España se puso las botas.