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Se pudo ver a un Atlético de dos caras

Antes de lo futbolístico, me gustaría empezar por el maravilloso detalle que tuvo Vallecas tras el gol de Nahuel Molina. El argentino, que sacó una camiseta de Correa en el homenaje particular de la plantilla por el fallecimiento de la ‘guerrera madre’ del delantero, recogió por parte de la parroquia vallecana muestras de cariño y respeto en forma de aplausos. En lo deportivo, fue chocante la imagen bipolar que tuvieron los rojiblancos. En sesenta y dos minutos mostraron eficacia y control, destacando Koke y Griezmann a la hora de organizar, y también fue clave la seriedad de la gente de atrás para tapar dos de las bandas más profundas e insistentes de LaLiga.

Pero luego pasaron a un último tramo de partido, tras la expulsion de Lejeune, donde sestearon y no terminaron de concretar las muchas ocasiones que tuvieron en superioridad numérica a la contra. Fueron los minutos donde vimos hacer más aspavientos al Cholo: el argentino, perro viejo en estas batallas, detectó el bajón de intensidad en los suyos a la hora de defender, y alguna muestra de regodeo a la hora de concretar en los últimos metros. Debe servir ese momento bipolar rojiblanco para recordar que su fortaleza está más en lo serio que en los caprichos. Angelito, mucha fuerza y a seguir enseñándonos cómo encarar los obstáculos de la vida.