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Se acabaron las excusas

Hace unos días, Alexia Putellas recogía su segundo The Best, poniendo el foco en el futbol femenino español, y sobre todo en su club por la manera en la que hacen las cosas. A Alexia y a cuatro más sí les da para llegar a fin de mes y para ahorrar un poquito cuando se acabe esto del fútbol pero a las demás nanai… Y cuando esto termine si no han podido guardar un poquito o invertir, no hay tantos trabajos de entrenadora para todas, porque de comentarista o de delegada de campo no se puede vivir. El futfem está evolucionando por inercia, por tener en nuestra liga a la mejor jugadora del mundo y al mejor club de Europa. Cuenta con el respaldo de instituciones y patrocinadores pero está lejísimos de otros países como USA, donde el salario mínimo según Convenio Colectivo actualmente en 2023 es 36.400 dólares (34.400 euros). Más cerquita en Inglaterra una jugadora media de la Women’s Super League cobra 47.000 libras al año (52.600 en euros).

Varios meses después de la puesta en marcha de la liga profesional femenina sigue sin llegarse a un acuerdo sobre el convenio que debe regular las condiciones de trabajo de las futbolistas. La Liga F propone 17.000 euros al año hasta 18.000 en tres años, y eso no es suficiente para vivir y más si tenemos en cuenta el aumento del IPC. Además, la competición perderá nivel porque las mejores se marcharán a otras ligas. No puede ser que el taquillero del club gane más que las propias jugadoras. Y ya no hablamos tan solo dinero, hay que regular aspectos como la maternidad (guarderías, poder viajar con tu bebé), el fondo de fin de carrera, el protocolo de acoso sexual, la salud mental, los viajes, (se llega a ir en autobús hasta 12 horas), riesgos laborales, implementar el VAR y sobre todo que las jugadoras puedan hablar sin miedo a represalias.

El hecho de contar con la mejor jugadora y uno de los mejores equipos del planeta debería implicar que los acuerdos televisivos y de patrocinio se negocien al alza, que se impulse la asistencia a los campos y que se invierta en el futbol base. Evidentemente el fútbol masculino atrae a más aficionados y por tanto mueve mucho más dinero. Pero estas brechas tienen que ir estrechándose para que al menos las futbolistas trabajen en unas condiciones dignas y puedan concentrarse en jugar. Esperemos que los 87.192 espectadores que vieron la final de la Eurocopa femenina, récord de asistencia a una final de Eurocopa en la historia de este deporte, sea el comienzo de algo diferente. Aunque las jugadores inglesas recibieran 1,3 millones de libras (1,4 de euros) por ganar el torneo, bastante menos que los 5 millones (5,6 en euros) que habría recibido la selección masculina de haber ganado la pasada Eurocopa frente a Italia.