Sanciones a la carta
El tenis anunció este jueves el segundo caso de dopaje en este año de una de sus estrellas mundiales. A la conocida absolución de Jannik Sinner, número uno de la ATP, además de ganador de dos Grand Slams, de las ATP Finals y de la Davis en 2024, se ha añadido, ya fuera de temporada, la sanción a Iga Swiatek, número dos de la WTA, de la que también ha sido líder, y vencedora de cinco títulos de Grand Slam. Son dos grandes nombres de la raqueta, lo que agrega una relevancia extra a sus positivos, pero mucho más a la polémica gestión con la que se han resuelto los dos expedientes.
Sinner, como es sabido, fue liberado por la Agencia Internacional de Integridad en el Tenis, la ITIA, aunque su futuro pende ahora de un recurso de la Agencia Mundial Antidopaje, la AMA, pendiente de decisión. La mayor sombra de su caso fue que siguió compitiendo sin suspensión provisional, en contra de lo que sí sufrieron otros deportistas en supuestos similares. Un rápido recurso de sus abogados, obviamente advertidos previamente del asunto por la autoridad pertinente, obró el agravioso milagro.
El dictamen de Swiatek también suena a mangoneo. Y a cachondeo. No tanto por el mes de sanción, que ya de por sí chirría, sino por la fórmula aplicada para cumplirla. La polaca cumplió la primera parte tras el US Open, lo que le hizo perderse tres torneos asiáticos, pero llegó a tiempo para las dos joyas de final de campaña, las WTA Finals y la BJK Cup, donde, por cierto, eliminó a España. Ahora, una vez terminado el curso, se ha anunciado oficialmente su castigo, del que solo le queda por completar ocho días, que cubrirá de vacaciones. Por supuesto, estará a punto para disputar el Open de Australia en enero de 2025. Si alguien piensa que la cuadratura de las fechas ha sido una casualidad, está en su derecho. Pero huele a otra cosa. A compadreo. Con sanciones a la carta.