Renato Tapia, el trabajo sin cuota de populismo
La armonía
El fútbol siempre ha reservado un papel fundamental a la labor del mediocentro. Es la pieza sobre la que se equilibra todo, el juez de guardia del equipo. A Renato Tapia (28 años) apenas se le había discutido su importancia en el Celta desde su llegada, hace ya más de tres años, hasta que Rafa Benítez le relegó durante el primer tramo de la temporada sin que se sospechara por qué. Si era por un tema contractual, mal hizo porque no se puede prescindir de un jugador así. Si su decisión apeló a cuestiones futbolísticas, parece más inexplicable todavía. En cualquier caso, Tapia ya ha recuperado su condición de intocable con seis titularidades seguidas en las que no se he dejado nada a deber. Es vital en numerosos apartados por su capacidad de sacrificio, sentido posicional y liderazgo, además de destacar en la distribución del juego. En Mallorca fue el jugador del Celta que más intervenciones tuvo y adornó su estadística particular con números categóricos: nueve robos, siete de once duelos principales ganados, siete despejes... En ese doble pivote que formó con Dotor acortó los espacios del Celta, tonteó con el gol en la falta final y acabó entregado en el suelo con una acción defensiva para frenar el último ataque bermellón de forma agónica. Es un centrocampista de fiar, enemigo de cualquier tipo de gesto populista. Está, simplemente, para lo que el equipo necesita.
A toda mecha
Conforme pasan los encuentros, el Athletic transmite una impresión de seguridad y bienestar digna de elogio. Vuela el equipo de Valverde, sin tener en cuenta al rival, ya sea la Real Sociedad en un derbi vasco. El Athletic cimentó su triunfo en las premisas que viene insistiendo todo el año, con un bloque macizo y un potencial ofensivo extraordinario. Al equipo de Valverde le va la marcha, y juega desde un plano físico difícilmente alcanzable para los contrarios. Contra la Real construyó sus dos goles a través de la precisión, la velocidad y la verticalidad, con la intención siempre latente de atacar la espalda del rival. Por algo es uno de los equipos más destacados en distancia recorrida a alta intensidad (las que superan los 21 km/h) y al esprint (más de 24 km/h). La amplitud por las bandas (39% de ataques por la derecha y 36% por la izquierda) derritió a la Real y coincidió, como siempre, con la aparición de jugadores en el área de Marrero. Sucedió lo que tenía que suceder. El doblete oportuno de Berenguer reafirma su posición de Champions y la sensación de que, si sigue así, no se le puede descartar para casi nada.
El líder y el colista
Los 43 puntos de distancia entre Girona y Almería son un mundo a efectos contables, pero la distancia futbolística siempre es menor. Fue el partido de la jornada que se encargó de desmentir cualquier prejuicio y acercó por un día al líder y al colista. En realidad, el Almería fue infinitamente superior al Girona y mereció la victoria, tal y como reconoció el propio Míchel. Su equipo nunca tuvo ritmo en la circulación, se agrietó con facilidad y vivió más cerca de Gazzaniga que de Maximiano. Que el portero del Girona fuera el mejor del partido resulta extraño tanto a nivel individual como colectivo. Debió ganar el Almería, como tantas otras veces este curso, pero sigue gafado en el área rival. El indicador de goles esperados — asigna una probabilidad de que una ocasión sea gol— asegura que tuvo que marcar dos goles por ninguno del Girona. Al final, 0-0...
Sigue el canal de Diario AS en WhatsApp, donde encontrarás todas las claves deportivas del día.