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Regalazo de bodas de Endrick

Triunfó el amor.- Los tiempos han cambiado y ahora los jóvenes se casan en un pis pas, sin necesidad de un súper banquete ni de paralizar a media humanidad para festejarlo. El lunes, Endrick se casó con su novia, Gabriely Miranda, después de haber entrenado por la mañana en Valdebebas. Fotos cariñosas en sus redes sociales y a dormir temprano que al día siguiente tocaba debutar en la Champions con su Real Madrid. Es la grandeza de este club imperial, que consigue que los jugadores no le dejan en segundo plano ni siquiera para casarse. Endrick salió en los últimos minutos, como acostumbra hasta que mejore su jerarquía en el equipo, y a Gabriely le prometió un gol como regalo de bodas. Y lo hizo a lo grande. Una carrera de 60 metros para culminar con un chutazo desde la frontal que dobló las manos de Nübel. Fue la guinda del pastel para un resultado maravilloso en un partido ante un Stuttgart que fue un dolor de muelas. Endrick, el Bernabéu te quiere. ¡Vivan los novios!

Salvador Courtois.- Los equipos campeones no solo tienen que tener un ataque demoledor (el Madrid lo posee más que nunca), pero la casa se construye por los cimientos y ahí está el portero. El Gigante de Bree. Tibu Courtois. The Wall. Su figura lo convierte en un pulpo de grandes dimensiones que acaba aburriendo al rival. En los primeros 20 minutos frenó a un Stuttgart tremendo y sorprendente, que llegó a silenciar el Bernabéu. Tener a Courtois es como empezar ganando 1-0.

Estreno de Kylian.- Mbappé ya rompió el hielo goleador en la Supercopa de Europa en Varsovia; a la cuarta jornada de Liga lo logró (doblete ante el Betis); y en la Champions ha estrenado el casillero en su debut de blanco con la competición con la que sueña desde que nació en Bondy hace 25 años. Kylian, será el primero de muchos.

Un precedente.- Aunque en competiciones oficiales jamás nos habíamos enfrentado al Stuttgart, en la hemeroteca me encontré con un amistoso muy interesante jugado en el Neckarstadion el 16 de noviembre de 1993. Era la víspera de aquel histórico España-Dinamarca del Pizjuán en el que un gol de Fernando Hierro nos metió en el Mundial del EE UU pese a jugar casi todo el partido con diez por la expulsión de Zubizarreta. Volvamos al bolo de Stuttgart. Benito Floro no pudo llevarse a los internacionales Alkorta, Hierro y Luis Enrique (con la Absoluta), ni a Lasa y Alfonso (Sub’21), ni al difunto Dubovsky (reclutado por Eslovaquia), ni Butragueño, Martín Vázquez y Sanchís (lesionados). Con todo, salió un once apañado: Jaro; Vitor, Ramis, Nando, Julio Llorente; Míchel, Milla, Prosinecki, Villarroya; Dani y Zamorano. En la segunda parte entraron Chendo, Velasco, Toril, Maqueda y Morales. Este último fue el que metió el golazo del 1-1 final, tras espectacular eslalon del canterano en el que dejó atrás a tres alemanes. Prosinecki fue ovacionado al recordar la afición germana el paso del croata por las filas del Stuttgarter Kickers (filial del Stuttgart que jugaba en Segunda División). El Stuttgart celebraba su centenario (se fundó en 1893) y no olviden que ha ganado cuatro Bundesligas, dos Kopal y que en 1989 jugó la final de la Copa de la UEFA que perdió... ante el Nápoles de Maradona, Alemao y Careca. El Stuttgart es un equipo más que respetable.

Factor Modric.- Con el 1-1 se cernían nubarrones sobre el techo cerrado del Bernabéu, con 4.000 alemanes rugiendo en la grada del fondo norte. Pero Ancelotti sacó a Modric por Tchouameni y se hizo la luz. El croata sacó su partitura para rescatar el buen gusto. Y se vistió del Luka de la final de Lisboa en 2014 ante el Atleti. Esta vez, su caramelo desde el córner fue para Toni Rüdiger. Un loco anda suelto. Un loco maravilloso.

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