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Rahm y Alcaraz, la salud y la suerte

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“Pido mucha salud, no necesito suerte”. En vísperas del Mundial de motocross, Jorge Prado tenía muy claro cuáles eran sus deseos ante la temporada 2023. Salud. La frase de Prado me recordó a una réplica que decía habitualmente Eusebio Unzué, el mánager del Movistar, cuando le deseabas suerte: “Sólo pido que no la tenga mala”. La suerte es un factor que, evidentemente, influye en el deporte, pero muchas veces nos agarramos a ella como elemento decisivo, cuando en realidad hay otras cosas más relevantes que decantan los resultados. El trabajo es la principal. A quien trabaja, antes o después le acompaña la fortuna. Prueben. Y luego está, lógicamente, la salud, que en numerosas ocasiones escapa al control. No siempre. La salud, por ejemplo, tumbó ayer a Jon Rahm cuando peleaba en The Players, un torneo considerado el quinto major, que este año añadía el doble premio del número uno. Una gastroenteritis febril ha dejado KO al de Barrika, que seguramente cederá la cabeza del ranking el domingo.

Esta semana también se celebra Indian Wells, el primer Masters 1.000 de tenis del curso, donde la salud comete otras travesuras. Rafa Nadal ha causado baja por los problemas físicos que le enviaron a casa en el Open de Australia, allá por enero. Por desgracia, una noticia asidua en el mítico tenista español. ¿Qué hubiera sido de la carrera de Nadal sin lesiones?, nos preguntamos siempre. Quien sí forma parte de la partida es Carlitos Alcaraz, que debutará el sábado ante Thanasi Kokkinakis, un hueso. La última imagen que recordamos de Alcaraz es renqueante en la final de Río, unas dolencias que también le impidieron disputar el primer Grand Slam de 2023. Carlitos reaparece motivado por la conquista del título y la reconquista del número uno. El trabajo ya está hecho. El talento lo tiene. Ahora necesita algo de suerte, una pizca, pero sobre todo, salud.