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Puede contener trazas de mentira

“Vemos cómo familias y amigos acogen a refugiados que están fuera de sus países y estoy convencido de que, esos niños y niñas, esas familias, crecerán recordando este momento histórico. Y van a seguir día a día con la esperanza, una palabra preciosa, de que algún día llegue ese momento de paz”. Hace un par de días, Luis Rubiales se ponía solemne para defender inclusión de Ucrania en la candidatura de España y Portugal al Mundial 2030. Lo decía sin ponerse colorado, con cara de estar pariendo una ocurrencia divina. Mientras tanto, hasta el más analfabeto de los que le estábamos escuchando echó cuentas y calculó que si bien Motril está lejos de Madrid no lo está tanto como Kiev. Después de aquello pensé en lo importante que es fabricar un buen relato en el fútbol. Y cuando digo bueno, quiero decir verdadero. Que no contenga trazas de mentira. Real.

Esto me lleva al Arsenal, club que me tiene enamorado esta temporada en la Premier League. Incluso antes de que hubiesen comenzado a arrasar como lo están haciendo en cada partido ya me gustaban y tiene que ver con lo que nos contaron. Su relato, tan diferente al cartón piedra de Rubiales, lo conocimos en la serie documental de Amazon que nos mostró las tripas del equipo dirigido por Arteta. Si no la han visto, háganlo porque es magia. Muestra a un grupo de jugadores muy jóvenes y la mayoría muy vulnerables a los puñetazos del fútbol que guarda el fútbol en cada esquina. En este juego que se muestra a menudo tan artificial, el Arsenal ha tenido la buena idea de quitarse capas hasta quedarse desnudo frente a nosotros. Y con un punto a favor que les honra: lo han hecho en las malas, tan solo para enseñar un equipo en construcción que palidece ante los mejores de su historia. Ahí no hay títulos ni gestas ni ganas de pasar a la posteridad como las del presidente de todos.

Mikel Arteta, durante un entrenamiento con el Arsenal.
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Mikel Arteta, durante un entrenamiento con el Arsenal.Adam Davy - PA ImagesGetty

Lo que yo siento cuando veo un regate de Saka, a Martinelli fallando un gol por poco o a Ben White trabajando en la sombra llega multiplicado por cien a los hinchas del club. Sabe que no son los mejores jugadores por los que han pagado una entrada, pero les resulta imposible no quererlos ya incluso en la derrota. Decía Galder Reguera, en este mismo espacio, que los clubes tienen la tarea de ganarse a la gente. Yo añado que para que funcione deben hacerlo con honestidad. Con verdad. Como el Arsenal.