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Ponga un nueve en su vida

Bienvenidos al fútbol real. Hay un dato aparentemente banal que me fascina de Joselu, ariete del Real Club Deportivo Espanyol que merece una oportunidad en esta nueva Selección española abierta a los delanteros centro. Tras su formación celeste en Vigo, donde llegó a debutar en el primer equipo celtiña, recaló en el filial del Real Madrid. Pichichi de aquel Castilla que fue el último que hemos visto ascender a Segunda, llegó a jugar tan solo dos partidos oficiales en el primer equipo merengue. Apenas seis minutos contra el Almería en LaLiga y un ratito más ante la Ponferradina en Copa. Delantero grande, rematador de raza, Joselu logró marcar en ambos partidos, dos goles muy parecidos al primer toque en el segundo palo. Un par de tantos en apenas dos ratitos, una bonita medalla, discreta, pero de un gran valor simbólico. Ahí había un goleador.

Aun así tuvo que buscarse la vida en Alemania, el país que le vio nacer y en el que vivió hasta los cuatro años, cuando sus padres volvieron a Galicia, e hizo goles en el Hoffenheim, el Eintracht y el Hannover. Siguió buscando suerte en Inglaterra (Stoke y Newcastle), pasó por el Depor para completar su estancia en los dos grandes del fútbol gallego, y lleva años marcando más de 10 goles por temporada en la lucha por evitar el descenso en Vitoria y ahora en Cornellà-El Prat, donde ha caído como un regalo para formar dupla feliz junto a Sergi Darder.

La sufrida carrera de José Luis Sanmartín Mato contrasta con el fútbol de Mortadelo y Filemón que nos está tocando vivir. La misma semana que la Fiscalía Anticorrupción investiga pagos millonarios a un directivo arbitral, que la FIFA, reunida en Kigali, capital de Ruanda, en asamblea, aprueba el Mundial de 48 selecciones (al menos veremos a Italia) con 12 grupos y dieciseisavos de final, y que el rey de Marruecos da permiso para que su país se una a España y Portugal para organizar otro Mundial tuttifrutti de tres países para 2030, el golazo de Joselu en el Bernabéu fue el primer aviso y el repóker de Haaland nos quitó la tontería. Los nueves están aquí para abrirnos los ojos.