Opinión

Pogacar no espera

Vingegaard es un gran corredor, pero Pogacar ya no pelea contra él, sino por ser el mejor de la historia. Está cerca de conseguirlo. Tiembla Eddy Merckx.

Tadej Pogacar avanza en solitario en la subida a Hautacam.
LOIC VENANCE
Juan Gutiérrez
Subdirector de polideportivo. Ha desarrollado toda su carrera en AS desde 1991. Cubrió dos Juegos Olímpicos, siete Mundiales de ciclismo y uno de esquí, 12 veces el Tour y la Vuelta, seis el Giro… En 2007 fue nombrado jefe de Más Deporte, puesto que ocupó hasta 2017, cuando ascendió a subdirector en las áreas de Motor, Baloncesto y Más Deporte.
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Salvo imprevistos, Tadej Pogacar ha dejado sentenciado el Tour de Francia 2025 en el primer contacto con la gran montaña. Un imprevisto puede ser, por ejemplo, una mala caída. Ya vimos el día anterior que, en el ciclismo, eso puede suceder. Aprovecho la alusión para opinar, a toro pasado, y cuando ya no tiene ninguna trascendencia. Quien ha seguido mis crónicas y mis columnas en estos últimos años, sabe que mi postura en estos casos es que no hay que esperar nunca. Y mucho menos cuando la carrera está lanzada, como ocurría en Toulouse, después de un ataque reiterado del Visma. Las caídas forman parte de este deporte. Y más de una vez han decidido carreras. Unas veces se espera y otras no. ¿Por qué? ¿Es una cuestión de galones? Por esa falta de criterio, y por el agravio comparativo que supone con otros colegas de pelotón, es mejor no esperar. En el caso de Pogacar, como vimos este jueves en Hautacam, tampoco hubiera sido decisivo. Está tan encima de sus rivales, que no necesita regalos.

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Sin daños físicos, el esloveno no tiene rival. Ni siquiera Jonas Vingegaard, el único que ha sido capaz de ganarle dos veces en una grande. Pogacar no va a esperar a nadie en una etapa de montaña. Y esa es la magia del ciclismo. En un recorrido tradicional como el actual, el Tour se gana en la suma de la primera contrarreloj y la primera llegada en alto. Así lo mandan los cánones. Así lo hacía, por ejemplo, Miguel Indu­rain. Hagan las cuentas. Y así lo ha hecho Pogacar. Este viernes, seguramente, pondrá la puntilla en la cronoescalada de Peyragudes. No la necesita, pero la gesta le sale natural. Vingegaard es un gran corredor, pero Pogacar ya no pelea contra él, sino por ser el mejor de la historia. Está cerca de conseguirlo. Tiembla Eddy Merckx. El Tour está finiquitado. Siempre que no haya imprevistos. Ni caídas. Aquí nadie espera. Y no hay que esperar a nadie.

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