Pogacar manda, pero no tanto
El primer tercio del Tour de Francia se ha cerrado con la evidencia de que Tadej Pogacar es el más fuerte de la carrera y, en consecuencia, el gran favorito para exhibir el maillot amarillo el próximo 21 de julio en Niza, pero también con la sensación de que su ventaja respecto a los principales rivales es menor de la esperada y, desde luego, mucho menos de lo que trasmiten sus autoritarios alardes durante estos nueve días de competición. Pogacar ha cumplido con el pronóstico que le señalaba como el dominador de la primera parte del Tour, después de su paseo triunfal en el pasado Giro de Italia, pero no ha conseguido rematar a sus oponentes, en especial a Jonas Vingegaard, una labor que le queda pendiente para el futuro de la carrera, donde, quién sabe, quizá las fuerzas empiecen a tomar la dirección inversa. Porque hay otra teoría en esta edición que apunta a un crecimiento en la forma de Vingegaard, que ha llegado muy corto por su inactividad desde abril a causa de su terrible caída en la Itzulia, pero en buena lógica debe ir a más.
El caso del debutante Remco Evenepoel es distinto, pero también ha sobrevivido con entereza a la quema. Si a esto se une que el Tour se le puede hacer largo a Pogacar, que lleva un Giro en las piernas, no lo olvidemos, quizá la carrera está más abierta de lo que las imágenes del Galibier o el gravel han dejado en las retinas. O, dicho de otro modo, Evenepoel, a 33 segundos en la clasificación, y Vingegaard, a 1:15, pueden considerarse también como vencedores en la primera jornada de descanso, dadas las circunstancias. Incluso Primoz Roglic, a 1:36, quizá no haya dicho todavía su última palabra. Si no hay imprevistos ni infortunios, el próximo fin de semana, con dos etapones en los Pirineos, dictará una sentencia más fiable. Con Pogacar como favorito, sin duda, pero no tanto… El Tour se encierra en un minuto y medio.