Pepe, te eché tanto de menos...
Cuando al término de la temporada 2016-17, concretamente el 6 de junio, anunció el club que Pepe no iba a seguir en el Madrid me llevé un disgusto. Y no pequeño. El portugués había completado una década prodigiosa, convirtiéndose junto a Sergio Ramos en un muro infranqueable que había cosechado, como quien no quiere la cosa, tres Champions en cuatro años. Las dos ante el Atleti del Cholo y la de Cardiff ante la Juventus de Buffon. Pepe era un tipo muy emocional, lo que le llevó a cometer el mayor error de su carrera profesional con aquella ida de olla ante Casquero en el partido con el Getafe en el Bernabéu. Pero fue el primero en arrepentirse públicamente. Y nunca más hizo nada parecido. Todos nos equivocamos alguna vez en la vida...
Se le dijo de todo y le pusieron la etiqueta de violento, hasta que las estadísticas dejaron con el trasero al aire a todos los haters del León de Maceió. En sus últimos cursos de blanco llegó a ser de los centrales de la Liga con menos faltas y menos tarjetas. Era rápido como pocos, se anticipaba como nadie y tenía un carácter ganador que contagiaba a ese equipo campeón cuya lanza de ataque era Cristiano con su saco de goles inagotable. Pero con Pepe y Ramos detrás todo era más sencillo.
Los dos se fueron por cometer el mismo ‘pecado’: pedir dos años para renovar a pesar de haber pasado de la treintena. Claro que se lo merecían, pero la normativa debe ser igual para todos (miren el caso único de Luka Modric). Pepe siguió su carrera en Turquía y en Portugal (Oporto y con su Selección), colgando las botas con 41 años. Jamás olvidaré un golazo que le metió de cabeza al Barça en un Clásico rendido a él en el Bernabéu (3-1). “¡Pepe, Pepe, Pepe!”. La gente te quiere, amigo.
¡Tus opiniones importan! Comenta en los artículos y suscríbete gratis a nuestra newsletter y a las alertas informativas en la App o el canal de WhatsApp.
¿Buscas licenciar contenido? Haz clic aquí