Otra lesión de Alcaraz
Carlos Alcaraz tuvo que precipitar su cierre de temporada en 2022 por culpa de una lesión, y luego retrasar su debut en la de 2023 por otra. Entre abdominales e isquiotibiales lastimados, Carlitos pasó 103 días sin disputar un partido oficial en la ATP, que es el tiempo que transcurrió desde que se encendió la luz roja en París-Bercy hasta que se puso el semáforo en verde en Buenos Aires. Entre uno y otro se perdió las ATP Finals, la resolución de la Copa Davis y el Abierto de Australia. Tres grandes citas. Y, en consecuencia, cedió el número uno del Mundo. Después de un periodo de inactividad tan largo, Alcaraz programó un regreso intensivo: Buenos Aires, Río y Acapulco, en tres semanas consecutivas, como aperitivos de los próximos Masters 1.000 de Indian Wells y Miami. El murciano necesitaba recuperar sensaciones, confianza, ritmo… y puntos.
El plan iba según lo marcado: título en Argentina, ante Cameron Norrie; final en Brasil, otra vez ante Norrie… Pero, de repente, todo se torció cuando comenzó a cojear. Otra lesión muscular. Carlitos continuó el partido, e incluso pudo ganarlo, pero la realidad es que lo perdió. Y dejó flotando la preocupación sobre su estado físico. ¿Les suena la historia? Ya sé que no es bueno, ni justo, comparar a Alcaraz con Rafa Nadal. Ni lo era cuando hacíamos paralelismos entre su precocidad, ni lo es si equiparamos su salud. Seguramente porque no estamos solo ante la historia de dos talentos españoles, sino ante la historia del propio tenis mundial, tan exigente en su calendario, que devora constantemente a sus hijos. Que le pregunten a Martín del Potro. O a Andy Murray. Carlitos ha llegado rápidamente a la cima, porque es un fuera de serie, pero mantenerse arriba cuesta. Y más si los referentes más cercanos son Rafa Nadal, Novak Djokovic y Roger Federer. Un milagro irrepetible.