Orgullo morado en Guadalajara
El Dépor sabe mucho de resistir desde hace 78 años, al lado de Madrid, la capital que todo lo devora. Ahora llega el Barça, toca disfrutar.


Entre la Plaza Mayor de Guadalajara y el Bernabéu hay 54 kilómetros y al Metropolitano, 48. Están a tiro de piedra. Así que para ver buen fútbol, durante muchos años, lo normal ha sido pillar el bus de alguna de las peñas del Real Madrid o el Atleti, o el coche, y disfrutar de las estrellas en la capital. El deporte, la cultura o el comercio de Madrid han fagocitado al alcarreño. El entrañable Dépor, mientras tanto, ha realizado un ejercicio de supervivencia digno de encomio. Al borde de la desaparición varias veces, siempre palpándose el bolsillo, había que echarle arrestos para bajar al Escartín, con la humedad del río Henares, una noche de invierno a ver un partido de Tercera, porque ese ha sido su hábitat tradicional desde que se fundara hace 78 años.
Pero con ahínco, el Dépor ha sido fiel a su lema ‘Nobles y fieros’. Llegó el inolvidable ascenso a Segunda en Anduva y un polémico descenso administrativo que rompió el sueño después. Pero sirvió para enganchar a muchos aficionados. La grada rejuveneció, los chavales comenzaron a lucir con orgullo la camiseta morada en el cole... Junto al carnet de socio del Madrid o el Atleti apareció el del Dépor. El ascenso a Primera Federación volvió a sacar a miles de personas a la calle este año. Y ahora llega el Barça. “Lo más bonito que nos podía pasar”, dice Carlos Ávila, su presidente. A veces, resistir es ganar. Y de eso se sabe mucho en Guadalajara. A disfrutar.
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