Ona nunca va a pasar de moda
Ona Carbonell es de aquellas personas, deportistas, que se merecen todo lo bueno que les pase. O más bien, en su caso, lo que se ha ido ganando a pulso. A base de sacrificio, esfuerzo y calidad. Porque pese a que sus padres le pidieron en multitud de ocasiones que abandonase siguió remando hacia delante. Sumergiéndose en la piscina, resurgiendo, levitando, bailando en el agua durante tres minutos y 40 segundos y llevando a España a lo más alto. Porque sí, ella recibió elogios desde Rusia, la gran dominadora de su deporte, la natación sincronizada. Tuvo muchas cosas de la catapultaron al éxito y entre ellas un mantra que la llevó a ser de las mejores en su disciplina: “Los buenos se quejan, los mejores se adaptan”. Ella lo hizo tan bien que ganó, ganó, ganó y volvió a ganar.
Las actuales (toca seguir muy de cerca a Iris Tió) y nuevas generaciones se ven reflejadas en Ona. “Yo quiero ser como Ona Carbonell”, retumba en los clubes. Y es que esta sirena de agua con cloro duerme a pierna suelta, no haciendo el espagat como cuando era pequeña, sino gracias a que ha hecho que su figura sea trascendental. Todo lo que toca lo transforma en oro y lo convierte, hablando en términos de diseño, su otra gran pasión, en slow fashion: mejor, duradero, reivindicativo, sostenible. Este premio AS es un reconocimiento a todo aquello que merece ser recordado e imitado. Porque la maternidad no debe ser un obstáculo en el camino. Yo quiero ser como Ona Carbonell.
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