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“Rei, Rei, Rei”. Lo grita Simeone, sin cesar. “Rei, Rei, Rei”, sus compañeros, Nelson Vivas. “Rei” en todas las bocas. Nunca un diminutivo le sentó tan bien a un hombre. ‘Rei’ es Reinildo (Beira, Mozambique, 1994), el fichaje que llegó en el invierno para devolverle al Atlético la primavera perdida, su solidez granítica, cimiento de los éxitos del Cholo. Llegó y enraizó, titular sin necesidad de mili: desde marzo se mueve por el campo como si llevara toda una vida de rojiblanco.

Cuando llegó, el Atlético se desangraba. El décimo aniversario del Cholo en el banquillo ensombrecido porque el partido a partido se había convertido en un derrota a derrota. En realidad era sencillo: volver a ficharle a Simeone jugadores para Simeone, no violinistas ni artistas, sino soldados. Reinildo lo es. El esfuerzo no se negocia parece una frase que se dictó para él. Llegó, se enraizó en la titularidad y el Atleti rebajó a la mitad los goles encajados. Oblak dejó de parecer tan humano. Delante ya tenía el ladrillo que le faltaba al muro. Desconocido para la afición en enero, en julio, en la pretemporada en San Rafael, era de los más aclamados. En seis meses.

Hijo de entrenador y jugador allá en Mozambique, el fútbol estaba escrito en sus genes. Pero la vida nunca se lo puso fácil. Primero perdió a su padre, siendo aún un crío, después a su madre. La parte de esta entrevista en la que lo cuenta, estremece. Fue entonces el clic. La decisión más difícil. Dejar atrás su tierra, para tratar de triunfar en el fútbol. Empezó desde abajo allá en Portugal. Campeón de la Ligue 1 con el Lille en 2021, su nombre en el equipo ideal de la competición para ‘L’Equipe’, entre Mbappé y Neymar. Reinildo. Se puso la rojiblanca y lo supimos: nació para jugar con el Atleti, con el Cholo. O Rei.