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No entiendo esto de ir al Bernabéu a pasarlo bien

Dejando a un lado la gente que como Tomás Roncero ingresa en el estadio sabiendo ya el resultado, los minutos de los goles y el nombre de los que los marcan (imagino Tomi, que sigues trabajando por hobby, porque con ese don que Dios te ha dado debes de estar forrado con las apuestas) no entiendo a ese tipo de personas que, como dijo Joan Laporta, presidente del Barcelona el jueves, se toma esto de ir al Bernabéu como el que va a una boda. “Es divertido ir a jugar al Bernabéu”, dijo el presidente y ayer el entrenador Xavi Hernández no llegó a decir que le ponía cachondo ir a Chamartín, pero sí concedió que “no sé si cachondo sería la palabra, pero a mí me gusta jugar contra el Madrid”.

Respetando todas las posiciones, que hay gente a la que le gusta el cine de terror y tirarse de un puente con una goma atada a los pies porque les parece divertido, creo que este tipo de declaraciones las carga el diablo. Reconozco que últimamente ir al Bernabéu ha sido satisfactorio para el Barça, pero esto de ir sacando pecho (y menos en los días que vivimos) es de una temeridad en la que a mí, culé pesimista (un pesimista es un optimista bien informado) y levantarecopas, no me convence.

Cada vez que se ha ganado en el estadio del Real Madrid (y son muchas de un tiempo a esta parte) se ha logrado mediante una liturgia de reconocimiento de la calidad del rival. “Al Madrid no se le golea”, dijo Guardiola antes del 2-6 por si sirve el ejemplo.

En fin, que celebro que Laporta y tú estéis tan cerca en la manera de afrontar un partido que sólo debería celebrarse cuando sale el avión de regreso rumbo a Barcelona...