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Nahuel y el bambú japonés

Para hablar de la paciencia no hay mejor foto que la del bambú japonés. Una planta que siembras, abonas y riegas para que nada suceda en un mes, ni en dos ni tres. Ni siquiera en un año. El tiempo pasa y la tierra sigue como si nada. Es al séptimo año cuando comienza a asomar para poder alcanzar los 30 metros de altura en seis meses. ¿Cómo? Sencillo. En esos siete años sin brote hacia fuera en realidad crecía hacia abajo, con fuertes raíces que harán que nada lo tumbe. Paciencia precisamente pedía Simeone con Nahuel. Paciencia en este siglo XXI en el que todo va a la velocidad de un reel, se olvida, se pide lo siguiente. El argentino llegaba al Atleti con una difícil misión: hacer olvidar a Trippier. El inglés pasó apenas dos años en el equipo pero había logrado un imposible: hacer olvidar a su vez a Juanfran, el mejor lateral derecho de la historia rojiblanca. Pero si el tiempo alcanzó a uno, la necesidad de volver a Inglaterra arrancó al otro. El Atleti del Cholo volvió a quedarse cojo. El entrenador no dudó. Pidió y pidió a Nahuel.

Era el más caro de los posibles. El más complicado. Pero la insistencia de Simeone caló. Nahuel llegó y debutó en el verano con un buen partido en Oslo. Pero llegó LaLiga, el estreno en casa y las piernas, un flan. Regaló un gol y vio una roja. Cada partido siguiente fue un manojo de nervios mientras Simeone pedía eso, paciencia, dejarle aterrizar. Partido a partido, Nahuel fue acallando los nervios y soltándose. De Qatar regresó campeón del mundo y al fin ya Nahuel, ese lateral con pies de bambú.