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Nadal se rodea de interrogantes

Las entrevistas periodísticas siempre buscan respuestas novedosas que ofrecer al lector o al oyente. La noticia. Pero en las dos entrevistas que ha concedido Rafael Nadal en los dos últimos días, una en Movistar+ y la otra en AS, las preguntas han sido contestadas en la mayoría de los casos con otras preguntas o con ecuaciones sin resolver. La conclusión principal, después de escucharle y de leerle, es que el futuro de Rafa está lleno de interrogantes. Es una interrogante en sí mismo. No es que Nadal quiera eludir las cuestiones de los reporteros, no suele ser su estilo. Simplemente, no sabe qué va a ocurrir mañana. Así que prefiere no hacerse demasiadas ilusiones o no generarlas en los demás.

Rafa Nadal no sabe cuándo y dónde va a regresar a la competición profesional. Ni siquiera es capaz de asegurar que vaya a conseguir hacerlo. Si reaparece, que es lo que realmente quiere, y es lo que queremos todos, tampoco pronostica a qué nivel lo hará. Si su participación en los torneos será una gira de despedida o si se sentirá competitivo para aspirar a los títulos. Si volverá a ganar Roland Garros o tan siquiera jugarlo. Si disputará los Juegos Olímpicos. Si formará un dobles con Carlos Alcaraz. Si 2024 será su última temporada en activo o si alcanzará todavía un juego óptimo para prolongar su carrera más allá de esa fecha. Las incógnitas son tantas que se alargan al día después de colgar la raqueta. Quizá siga vinculado al tenis como entrenador. O quizá no. Quizá, incluso, presida el Real Madrid.

Sólo hay una cosa que Nadal ha dejado claro. Que lo va a intentar, que lo está intentando. Como dijo hace cuatro meses, cuando anunció que frenaba para recuperarse de sus lesiones, pretende darse una nueva oportunidad, seguramente la última. La razón también quedó nítida entonces: “No me merezco acabar así”. Por eso anda en la búsqueda de un final feliz. Con “pies de plomo”, pero sin límites.