Mucho listo tiene ganas a Ancelotti
El fútbol es pasión y, por lo tanto, materia inflamable que tiende a convivir con las reacciones exageradas y viscerales. Solo así se explica que en el descanso del Madrid-Borussia muchos madridistas, con su pedigrí blanco confirmado y demostrable, se pasasen quemando sus grupos de WhatsApp echando pestes de Ancelotti y dando por finiquitada su trayectoria como entrenador blanco. Aluciné con muchos de mis amigos, porque la mayoría de ellos lo tenían encumbrado y elevado a los altares tras la conquista de la 15 y la exitosa final de Wembley.
Puedo entender que la irritación por un 0-2 al descanso y el pobre juego exhibido en el primer tiempo por la tropa de Carletto provocase cierta frustración y desasosiego. Pero es indigno querer cargarse al entrenador que nos ha dado tres Champions para la hemeroteca, por su dificultad y su epicidad en la ejecución, que ha igualado los 14 títulos conquistados por Miguel Muñoz (pero el madrileño necesitó 14 años en el banquillo para lograrlo) y el hombre que dignifica la imagen y el escudo del Madrid con sus impecables puestas en escena.
El fútbol tiene poca memoria y Ancelotti lo asume con caballerosidad y señorío. Pero va siendo hora de decir a los agoreros que menos ahogarse en un vaso de agua y más confiar en el tipo que nos ha hecho tan felices.
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