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Monumental Van der Poel

Hace justo una semana titulé esta columna Monumental Pogacar, después de que el esloveno sumará su tercer Monumento diferente y cuarto en total: Lombardía, dos veces; Lieja, y su última conquista en Flandes. Así que hoy es de ley repetir el enunciado con otro nombre propio, Monumental Van der Poel, tras lograr una secuencia parecida: Flandes, dos veces; San Remo, el mes pasado, y Roubaix, en el Domingo de Resurrección. El nieto de Poulidor ha ganado la mitad de ellas en el presente curso, en apenas tres semanas, durante un encadenamiento estelar que se ha saldado con dos triunfos y una segunda plaza en De Ronde, precisamente detrás de Tadej Pogacar. Es curioso el pulso histórico que están manteniendo estos dos campeonísimos en las clásicas de más solera. A VdP le faltan Lieja y Lombardía para completar la colección. A Pogacar, San Remo y Roubaix. Solo Merckx, De Vlaeminck y Van Looy, tres belgas de oro, remataron el póquer. Veremos si alguno es capaz de emularles.

Van der Poel se llevó este domingo uno de los Monumentos más cotizados, la París-Roubaix. Una merecida victoria de un magnífico corredor tras una excelente carrera, que remató su compañero Philipsen con el doblete del Alpecin. Sin embargo, su triunfal cabalgada dejó un regusto raro tras los acontecimientos que condujeron al éxito. En el Carrefour de l’Arbre, una maniobra de ambos tiró a Degenkolb, sin penalización alguna. Unos metros después, una avería de Wout van Aert descartó a su principal opositor, cuando ambos se destacaban juntos. El mismo Jumbo había acumulado ya otras desgracias con Laporte y Van Baarle. Es una verdad absoluta que para dominar Roubaix hacen falta buenas piernas y buena suerte. VdP fue el mejor en ambos frentes. Por eso venció. Aunque nos quedamos con las ganas de presenciar el duelo directo con su eterno rival.