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Modric y Canales, magisterio inagotable

El inmejorable arranque del Real Madrid en el campeonato prosiguió frente al único rival que podía presumir de un completo balance de victoria. La visita del Betis a Chamartín desprendía el aroma de partido grande, el primero para anotarlo en rojo esta temporada. Se disputó en el Bernabéu, después de tres encuentros en campos forasteros, y eso es mucho más que un matiz reseñable. En el regreso a su santuario, el Madrid aprovechó la tarde para mostrar toda la plata que ganó la temporada anterior y dar cuenta del Betis, que perdió pronto a Fekir y ganó una versión sensacional de Canales.

Sin deslumbrar, el Madrid transmitió la tranquila sensación de superioridad de los equipos que encuentran soluciones sin alterarse. En momentos de mayor tensión o de desagrado en el Bernabéu, el partido con el Betis habría generado inquietud y temor a un patinazo. Basta recordar los resultados de las últimas temporadas. Esta vez, el Madrid no perdió el hilo del encuentro. Marcó el segundo de la forma más natural, como si el destino estuviera escrito desde el principio.

Le favoreció la temprana lesión de Fekir, jugador diferente y diferencial en el Betis, uno de esos casos que demuestra el ojo clínico de Pellegrini para detectar a los verdaderos talentos, protegerlos y convertirlos en líderes no sólo de sus equipos, sino de una manera de definir una idea del juego. Imposible, por ejemplo, olvidar a Cazorla, modelado por Pellegrini en el Villarreal hasta convertirse en uno de los mejores jugadores españoles de los últimos 20 años.

El Betis se pareció a los buenos equipos de Pellegrini, pero sin colmillo. Pagó la ausencia de Fekir y rara vez comprometió a Courtois, salvo en el gol, anotado por Canales, que ejerció de Canales y Fekir durante todo el partido. Qué maravilla encontrar todavía esta clase de futbolistas. Como Modric en el Real Madrid, Canales se mueve sin prisas, a la velocidad conveniente para moverse por todas las zonas del campo y ofrecer las máximas garantías en todas ellas.

El único problema serio del Madrid fue su dificultad para detectar a Canales. Siempre ocupó zonas donde estaba desmarcado, en las mejores condiciones para recibir el balón y tomar las decisiones correctas. Es curioso cómo se mueven algunos futbolistas de movimientos poco explosivos, serenos, sin prisas aparentes. Canales, como Modric, siempre encuentra la manera de liberarse de los marcajes y aparecer libre. “¿Pero nadie marca a Xavi?”, se preguntaba la gente en el Bernabéu cuando acudía el Barça, encabezado por un jugador que no saltaba, no chocaba y no esprintaba. En cambio, dirigía a su equipo como Von Karajan.

De estas cosas habló el Madrid-Betis. Había que encontrar obligatoriamente a Canales en todas las jugadas del Betis y algo parecido ocurría en el Madrid, en este caso con Modric, autor de otro partidazo. Será más injusto que raro si no se le incluye entre los tres primeros en las próximas votaciones del Balón de Oro. Su año ha sido tan completo como el 2018, en el que ganó el trofeo. La hinchada desea apurar el magisterio del croata hasta la última gota. Sabe que esta clase de futbolistas son una rara especie, de difícil repetición.

Cuando Modric abandonó el campo, la gente se levantó para ovacionarlo con una solemnidad que impresionó. Volvió a ofrecer una lección de inteligencia, despliegue y liderazgo. Al igual que le sucedió al Madrid con Canales, el Betis no logró contener a Modric. La diferencia estribó en el número de variantes a disposición del centrocampista del Madrid, muy superiores a las del Betis. Vinicius, Benzema y un largo etcétera de jugadores ofrecen un rango de posibilidades que a la mayoría de sus rivales les resulta inalcanzables. Se confirmó en un partido que solo deja a un equipo sin mácula en la Liga.