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Esta semana Modric cumplió 37 años y me entró de repente una pena de lo más extraña. Como cuando veo fotos de Colin Firth de joven o empieza la última temporada de mi serie favorita. Una sensación de pérdida anticipada e inevitable.

Lo cierto es que Modric se irá del Real Madrid algún día. Algún día no demasiado lejano. A veces me imagino su rueda de prensa de despedida, como las de Marcelo o Casemiro, rodeado de trofeos. Y yo mirando de reojo su adiós, apartando la vista un poco, como cuando me iba de Polanco al acabar el verano y mi abuela se despedía mientras el coche avanzaba y yo tenía que mirar hacia delante a la carretera. Para que no me atrapara la tristeza.

Siento prenostalgia por Modric. Sé que la pena va a ser tal que me la tengo que ir administrando en cómodos plazos, como el pago de una hipoteca. Cada mes, me quedo mirando al vacío un rato, pensando en un Real Madrid post-Modric. Los pensamientos que me invaden son tan oscuros que luego me tengo que poner en youtube un vídeo con sus mejores pases.

Son simulacros de un futuro sin Modric. Para estar preparado cuando ocurra. Por eso en muchos campos ahora le ovacionan. Desde Vigo hasta Glasgow. Porque saben que es posible que no vuelvan a ver en directo y de corto a este croata seco de carnes, enjuto de rostro, gran pasador y amigo del exterior.

Leo que Ancelotti está intranquilo con la idea de Modric teniendo que jugar un Mundial en mitad de la temporada a sus 37 años, siendo además el estandarte de su selección. Nos ha fastidiado mayo con las flores. Yo tendría monitorizado a Modric las 24 horas del día con un sistema GPS de esos que te miden ahora hasta cómo vas al cuarto de baño y el día que Luka no hubiera dormido bien le mandaría una semana de vacaciones a un spa a los pies de los Alpes a respirar aire puro.

Es posible que a veces me pueda el sentimentalismo. Siempre me cuesta gestionar el momento del adiós. Si de mí hubiese dependido, Roberto Carlos todavía seguiría bajo contrato hasta 2028 y Van Nistelrooy sería mi Mariano con 46 años.

Quiero pensar que Florentino Pérez tiene programado un plan de acción como con la reina Isabel II y la ‘Operación Puente de Londres’. Que en cuanto Modric anuncie su adiós (me niego a escribir ‘retirada’), llamará desde un teléfono especial a JAS y le dirá: ‘Ha caído el puente de Zadar’. En ese instante se activará un protocolo de emergencia, trayendo Juni Calafat a un rubio balcánico semidesconocido de 20 años que nos ayude a superar el trance.