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Si juntáramos todas las palabras de todas las conversaciones que han girado en torno a la cuestión de quién de los dos fue mejor, si Messi o Maradona, se podría dar la vuelta al universo por lo menos cinco veces. Una, si unimos las palabras que al tema ha dedicado todos los habitantes del planeta Tierra excepto los argentinos. Cuatro más si juntamos las que han dedicado los seguidores albicelestes.

No es para menos. En cuanto despuntó un poquito el de Rosario, las comparaciones comenzaron a brotar como setas en el bosque otoñal. Muchos antes ya sufrieron la presión de la sombra de Diego: Ariel Ortega, Pablo Aimar, Agüero o Riquelme. Otros no tenían punto de comparación, pero llevaron sobre sus espaldas el peso ser considerados los maradonas locales. Hay decenas de casos: Gheorghe Hagi (Rumanía), Saeed Al Owairan (Arabia Saudí), Mustapha Hadji (Marruecos), Emre (Turquía) o, ahora mismo, Kvaratskhelia (Georgia). De todos ellos, sin embargo, solo Messi resistió la comparación y, no solo eso, para muchos superó al mito. En el debate entraron cuestiones antropológicas, filosóficas y semióticas. Algunos decían que no se podían comparar dos tiempos tan lejanos. Otros no tenían dudas y se inclinaban por uno u otro, defendiendo su trinchera de cualquier argumentación.

El otro día, al término de la proyección en el festival Thinking Football del documental The Irishman abroad, su protagonista, el que quizá sea el mejor jugador irlandés de todos los tiempos, Liam Brady, nos dijo que su amigo Osvaldo Ardiles, otro mito, le resolvió la cuestión en cierta ocasión mientras jugaban al golf. Contó que la pregunta fue planteada por Osvaldo, muy serio. “Dime Liam, ¿quién crees que fue mejor, Maradona o Messi?”. Brady argumentó que ambos eran imbatibles con la izquierda y muy buenos con la derecha, los mejores mediapuntas de todos los tiempos y grandísimos delanteros o centrocampistas organizadores. Los dos eran infalibles a balón parado. “No lo sé, la verdad”, reconoció Liam. “Diría que eran igual de buenos”. Osvaldo lo miró muy serio y rebatió que era mejor Maradona. Liam preguntó por qué. Entonces Ardiles sonrió al tiempo que concluía: “Porque era mejor con las manos”.

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