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Messi es el triunfo de Scaloni

La victoria de Argentina tiene muchos autores. Messi, obviamente, por descontado, pero también otros cuya participación remite exclusivamente a las decisiones decisivas de Scaloni. Desde la sorpresiva derrota en el estreno ante Arabia Saudí ha mejorado a su equipo. Las titularidades de Enzo y Julián Álvarez, los tres centrales y los cambios en la prórroga contra Países Bajos o la entrada de un cuarto centrocampista (Paredes) ante Croacia han sido elecciones acertadas que han dado un contexto ganador a Argentina. La semifinal se empezó a romper, precisamente, con la estructura defensiva del seleccionador argentino, que renunció a presionar muy arriba y tabicó las recepciones croatas cuando cruzaban la medular. Los cuatro centrocampistas se juntaron y no cayeron en las trampas rivales. Brozovic y Modric atraen y Kovacic dinamita con sus conducciones, pero Argentina resolvió esa papeleta con entereza y descargando a Messi del trabajo defensivo. La idea era que Croacia no encontrara al hombre libre para avanzar y lo logró con frecuencia. Bajo este panorama, empezó a ganar el partido y a equivocar a su adversario.

Porque es cierto que los de Dalic se dispararon al pie en cinco minutos con lecturas defensivas erróneas que castigó sin clemencia Julián Álvarez. El del Manchester City es un delantero de rompe y rasga, siempre en movimiento, que va y viene. Sus desmarques anunciaron el distanciamiento entre Lovren y Gvardiol y las costuras de Juranovic y Sosa como laterales. Por Álvarez pasaron las transiciones de la albiceleste que desempaquetaron el partido. Por Messi pasaron los detalles cualitativos. En un equipo que quiere correr cuando puede como Argentina, el 10 para el tiempo y ejerce de catalizador entre líneas para crear, fijar y liberar. Es una contradicción hermosa. Así preside el juego y prevalece su categoría en un plan que se entrega a su genialidad. A la expectativa de sus intervenciones, sean de forma directa o indirecta, Argentina traza una narrativa convincente con la que parece que no abruma al rival pero que realmente le sirve para imponerse. Su recorrido anima a verle con cara de campeón, a un paso del ansiado título. Es el Mundial de Messi, el mejor de siempre, y mucho le tiene que agradecer a Scaloni.

La línea desajustada

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Gvardiol no quiere alejarse en exceso de Messi al estar este con Sosa y no se entiende con Lovren. Julián Álvarez explota la ruptura entre los dos centrales para recibir un envío medido de Enzo Fernández.