Menos mal que en Galicia siempre llueve

A los gallegos nos gusta el verano fresquito para paladear el churrasco sin grandes agobios, para disfrutar de la verbena sin que te queme la camisa. Nos gusta tener una chaqueta siempre preparada para combatir la dulce brisa. Y cuando acaba el mes de agosto, contamos los días para reencontrarnos con la lluvia, ese fenómeno meteorológico que tanto nos cuida. Porque sin agua, no hay vida. Lo mismo le pasa al Celta con Aspas, el plan permanente de la última década que funciona como un bote salvavidas en los peores momentos. Y da igual que el reloj corra demasiado tiempo sin que ni siquiera aparezca el orballo, al final siempre vuelve la lluvia.

Llevamos mucho tiempo, quizá demasiado, sin ver la icónica imagen de Aspas señalándose el escudo. Pero no se preocupen, los goles del moañés volverán igual que vuelve la lluvia en otoño. Y seguro que arreciará con fuerza para arrastrar la permanencia hasta Balaídos. El miedo viajó en barco de Moaña a Vigo la pasada primavera cuando aparecieron unas molestias de espalda que le daban demasiado la lata, hasta el punto de tener que parar. Pasó de conseguir el merecido regreso a la Selección a tener que jugar con dolores, forzado por la situación del equipo, como si fuera el Cid. Ahora empezó la Liga sin marcar y la ansiedad le persigue. Pero nadie duda de que Aspas volverá a señalarse el escudo.

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