Opinión

Mendilibar, conservacionista del fútbol

Reniega del VAR, de las pérdidas de tiempo y de la sobredosis de despacho de los entrenadores.

25/11/25 PREVIA CHAMPIONS LEAGUE 
FASE DE GRUPOS FASE LIGA JORNADA 5
oLYMPIACOS - REAL MADRID
RUEDA DE PRENSA JOSE LUIS MENDILIBAR Y PANAGIOTIS RETSOS
JESUS ALVAREZ ORIHUELA
Luis Nieto
Director adjunto. Licenciado en CC de la Información por la U. Complutense y máster en Transformación Digital y Estratégica (EOI), inició su carrera en el Diario Ya. Trabajó El Independiente y Diario 16. Llegó a AS en 1996. Ha ejercido las funciones de jefe de fútbol, redactor jefe, subdirector, director de la página web y director de Información.
Actualizado a

El Madrid se ve hoy por vigesimosexta vez con José Luis Mendilibar, un clásico en el sentido más estricto del término. Fue el primer negacionista del VAR en tiempos en que la herramienta aún era sacralizada. Ahora, cuando su teoría de que “esto no es fútbol” y de que “ha hecho peores a unos árbitros que antes acertaban el 99% de las veces” se ha extendido, podría erigirse en jefe de la leal oposición al invento. También fue el primero en avisar, cuando dirigía al Valladolid, que sus equipos nunca echarían fuera el balón ante una posible lesión de un adversario. “El 90% de las veces se para por tonterías”, esgrimió.

Cuando dirigía al Eibar era escrupuloso con que no desaparecieran los recogepelotas si su equipo ganaba, artimaña común en la mayoría de los estadios. Afirmó también que jamás ficharía a un jugador solo por sus estadísticas, se confesó alérgico a los despachos y adicto al chándal y se hizo viral, a su pesar, por aquellos tratamientos artesanales de crioterapia para prevenir lesiones musculares consistentes en meter a los futbolistas en bidones de agua helada. No es un dinosaurio, y los resultados lo demuestran, sino un defensor de la esencia de un juego que vive ahora saturado de datos y sofisticación.

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Porque Mendilibar, a su modo, también fue un innovador. Mantuvo seis años en Primera a un modesto Eibar con la presión más alta de la categoría. Al Valencia le pidió la cesión de Silva e hizo de él, entre el barro del norte y la dureza de la Segunda, un futbolista para todos los campos y todos los días. Y cuando le dieron mimbres respondió con copas: una Europa League con el Sevilla, una Conference, una Liga y una Copa con el Olympiacos. Nunca llegó a jugar en el Athletic, porque se autoinculpa de haber sido un ‘mingafría’, término que Clemente acuñó para los jugadores de baja intensidad, y porque entrenaba mejor que jugaba. Su carrera lo demuestra.

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