McIntosh y Popovici, adolescentes al poder
Covid, guerras y competiciones de gran pegada han reducido el impacto de los Mundiales de Natación, trasladados a Budapest por razones de seguridad. Japón, que organizó in extremis los Juegos Olímpicos, considera que aquel esfuerzo era más que suficiente. La variante Omicron ha golpeado duro en el extremo oriente, con notables consecuencias en el calendario. Fukuoka era la ciudad elegida para organizar estos Mundiales, trasladados con máxima urgencia a Budapest, la ciudad refugio de la natación, que en estos días detecta una ola de jóvenes que no van a esperar a los Juegos de París para arrebatar la hegemonía a la vieja guardia.
No están los mejores del mundo, ni mucho menos. Faltan los rusos, inhabilitados después de la invasión de Ucrania, y se notará la ausencia de varios de los fenómenos australianos, ingleses y surafricanos, que es decir mucho en el panorama de la natación. Sin embargo, la potencia de estos países es tan notoria que les sobra nadadores de primera fila, los veteranos porque lo han demostrado en ocasiones anteriores y los más jóvenes porque comienzan a lograr tiempos espectaculares.
Budapest anuncia un cambio de guardia, a la vista de lo que ha ocurrido en las dos primeras jornadas. Los veteranos estadunidenses Caeleb Dressel y Katie Ledecky mantienen su liderazgo en un equipo en perpetuo estado de renovación. Dressel ganó ayer la final de 50 metros mariposa, sin deslumbrar, pero con una demostración de su genio competitivo. Aterrorizó al británico Ben Proud, dominante en la semifinal.
Ausente la australiana Ariane Titmus, que recientemente ha arrebatado a Ledecky el récord mundial de 400 metros libres, la estrella estadounidense ganó la carrera y bajó por enésima vez de los cuatro minutos. La noticia no estuvo en la victoria de un mito de la natación, sino en las dificultades que le planteó la canadiense Summer McIntosh, un prodigio de 15 años que apunta a gran figura en los próximos años.
McIntosh apareció como un ciclón en los meses previos a los Juegos de Tokio, en un 2021 de difícil gestión en el deporte. Confirmó su talento en Tokio, con un quinto puesto en los 400 metros libres, que es su prueba de partida antes de explorar otras distancias y otros estilos. A los Juegos de París llegará con 17 años y será igual de favorita que la australiana Titmus y Katie Ledecky. Por si acaso, comienza a avisar de sus progresos en los 400 metros estilos, donde invita a pensar que no encontrará rival en los Mundiales de Budapest. En la ciudad de la fenomenal Katinka Hoszu, la joven canadiense buscará recortar la distancia entre su espléndida marca actual (4.29.12 ) y el récord mundial de la húngara.
McIntosh es la noticia juvenil en unos Mundiales que confirman la progresión de media docena de nadadoras estadounidenses. Alex Walsh (19 años) dominó los 200 metros estilos con una autoridad incontestable. La jovencísima Leah Hayes, cuya alopecia le causó los estragos del bulling en la infancia, tiene condiciones para convertirse en una próxima estrella. Fue tercera y batió el récord mundial junior. Torri Huske (20 años) venció con máxima comodidad en los 100 mariposa. Bajó de 56 segundos. Cada vez se acerca más al récord de la sueca Sjostroem.
Entre los nadadores, un rumano de 17 años aumenta el asombro que produjo el pasado año en los Juegos de Tokio. David Popovici es otra cosa en el mundillo de la natación. Tiene todo el aspecto de los elegidos. Irrumpió en Tokio después de despegar en los campeonatos de Europa. Tenía 16 años y no tembló ante los grandes maestros de los 100 y 200 metros libres. En Budapest mira alto: con su estilo fluido, de apariencia parsimoniosa, produce una fascinación incomparable. Deslumbró en las semifinales con un registro de 1.44.40 minutos. Lo hizo con tanta soltura, sin aparente esfuerzo, que hoy se espera un tiempazo del fabuloso nadador rumano.