Más calabazas da el hambre
Al menos no aumentó la herida. Queda Liga...

“El vecino me ha dado calabazas”, me dijo mi mujer cuando abría la puerta del salón donde tenemos la pantalla gigante para ver el fútbol. Aún no había atravesado el quicio y pensé que era una indirecta para que nos fuésemos al cine, pero no.
En los brazos sostenía una inmensa calabaza de al menos 30 kilos de la finca de Valentín, que así se llama mi vecino. Sopa de calabaza para lo que queda de otoño. Casi preferí que no le hubiese dado calabazas en el sentido más figurado de la expresión.
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Lo peor llegó después, que no por esperado deja de doler. Mi hijo pequeño estuvo por tirar por la ventana la calabaza en el descanso. “Mario, piensa que siempre hay alguien que lo pasa peor. Por ejemplo tu padre, que encima tiene que hacer la columna y aún falta la segunda parte". Al menos no aumentó la herida. Queda Liga.
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