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Marc Márquez siempre vuelve

Marc Márquez siempre vuelve. El titular del sábado también sirve para el domingo o para la eternidad. Márquez ha vuelto, aunque nunca se había ido del todo. Y lo ha hecho a la altura de su grandeza, con un fin de semana perfecto en Alcañiz: pole, esprint y carrera reina. Que el triunfo haya llegado en el GP de Aragón, rodeado del calor de la afición española, añade mayores dosis de emotividad a su anhelado éxito. Marc se emocionó con su victoria, igual que se había emocionado en abril con su segundo puesto en Jerez, en lo que definió como el mejor podio de su vida. Sólo él sabe lo que ha recorrido para regresar aquí, otra vez a lo más alto. Además, en varias tandas. Primero fueron sus problemas físicos, aquel accidente en la inauguración del Mundial de la pandemia que le fracturó el húmero derecho y le envió cuatro veces al quirófano. Luego vinieron dos diplopías, la visión doble. Y cuando al fin estaba recuperado, se topó con una moto imposible en Honda que le proyectaba al asfalto un fin de semana sí y al otro también.

El octocampeón mundial tuvo que tomar la dura decisión de abandonar la escudería japonesa, la que había sido su casa, para darse una nueva oportunidad en un equipo casi familiar, Ducati Gresini. La jugada le ha salido bien, en 2025 ya tendrá la moto oficial. Pero aquel adiós todavía escuece. Entre lesiones y caídas también hubo tres victorias en la temporada 2021. La primera de aquellas, en Alemania, figura en los altares de Márquez junto a la de este domingo. Son dos triunfos especiales, los triunfos del retorno. La última, también aquel curso, aconteció en septiembre en Misano. Han pasado tres años, en concreto 1.043 días. Ha sido un periodo largo, en muchos tramos angustioso, pero el calvario ha terminado. Ya no habrá que esperar tanto para la próxima.

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