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Marc Márquez afila el colmillo

Marc Márquez está cada vez más cerca de Marc Márquez. Así lo demostró el pasado fin de semana en Jerez, un circuito del que colgaba una maldición tras su caída en 2020. Aquel accidente en la carrera inaugural de la pandemia cambió la dinámica dominadora de Marc, que lucha desde entonces por reencontrar al campeón que sigue llevando dentro. Su actuación en el último GP de España ha sacado aquella espina que estuvo a punto de retirarle del motociclismo. No logró la victoria, pero quizá alcanzó algo mucho más importante. Márquez ha recuperado la sonrisa y la confianza. “Ha sido el mejor podio de mi vida”, dijo el piloto de Gresini antes de postrarse de rodillas para rendir tributo a la abarrotada grada o de marcarse un bailecito en el cajón. Estaba feliz. Muy feliz. El sábado ocupó la pole, un año después de la última. Y por la tarde peleó por la victoria en la esprint, pero se cayó a falta de cuatro vueltas cuando lideraba el pleito. Más especial aun fue su segundo puesto del domingo, tras rivalizar de poder a poder con Francesco Bagnaia.

Parece mentira que un campeonísimo que suma ocho títulos mundiales, seis de ellos en MotoGP, 85 victorias en grandes premios y 141 podios, celebre como uno de sus mayores éxitos una segunda posición. Pero el de Cervera sabe que detrás hay mucho más. Volver a verse competitivo. A Márquez se le ha afilado el colmillo. Y ya saben lo que ocurre cuando un campeón huele la presa. El Mundial rueda todavía por su primer tramo, solo se han cubierto cuatro citas, que es el tiempo que ha tardado el catalán para sentirse “adaptado” a su Ducati y apto para pujar por los máximos objetivos. “No estamos tan lejos”, dijo también el domingo, en una frase que proyectaba más allá. Marc Márquez es sexto en el Campeonato, a 32 puntos del líder, Jorge Martín. Cada vez más cerca de reconquistar su grandeza.

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