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Un reto constante. Eso es el Madrid. Lo explicó de manera cristalina Casemiro en su entrevista exclusiva en AS: “Estábamos celebrando la Undécima, se acerca Luka (Modric) y nos dice sin alterarse y con su español tan peculiar: ‘Amigos, tenemos que ganar dos Champions más ahora’. Y ganamos la 12 en Cardiff y la 13 en Kiev”. Pero el Madrid también es un sueño. Para muchos. Y para todos los que pisan La Fábrica. Como el propio Case. Que entre recuerdos de gloria durante su charla con Tomás Roncero en Mánchester se paró en su kilómetro cero. En su trampolín: “Para mí fue una escuela de enseñanza. El Castilla es cantera, aunque tú vengas de fuera. Entramos por la puerta de Valdebebas, no del Bernabéu. Estar con los jóvenes te enseña a valorar lo que puede venir. Fue una de las decisiones más bonitas en mi vida aceptar jugar en el Castilla”.

Porque el primer blanco que vistió Casemiro fue el del filial. En el segundo tramo de la 2012-13. Después llegaría todo lo demás. Como ocurrió con Valverde, Vinicius o Rodrygo. Pasos más o menos fugaces, pero también entraron por la puerta de Valdebebas y no del Bernabéu. Algo que el ahora red devil considera capital. Por eso habla con tono consejero. Como el maestro que antes ha sido alumno. Como ese director general de una empresa que empezó en la fotocopiadora. El 14 no solo aprendió, sino que aprehendió. Entendió los valores del Madrid. Desde abajo. Y pasó de receptor a emisor.

Y lo sigue siendo. Romper ese techo de cristal es (muy) complicado, pero Case apunta a dos claves: sacrificio y paciencia. Y pone un ejemplo: “Cuando llegas al Madrid lo ves y te empapas de esos valores. Sabes a quien seguir. Vinicius tardó en asentarse cinco años hasta consagrarse como el gran jugador que es. Pero el Real Madrid supo prepararle y ahora es un top mundial”. Sirva su entrevista con AS como créditos de libre configuración en La Fábrica. De la “escuela de enseñanza” a sentar cátedra.

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