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El Sevilla de Quique Sánchez Flores planteó un partido muy ordenado en lo defensivo en su visita al Bernabéu. Con una estructura de 1-5-3-2 en un bloque medio-bajo, con Lucas Ocampos metiéndose en esa línea de cinco defensas, teniendo que hacer el argentino un gran desgaste para luego poder sumarse en labores ofensivas en el puesto de extremo. El Madrid interpretó bien lo que pedía el encuentro en los primeros minutos, donde pudimos ver muchas conducciones verticales de los atacantes. Vini, Rodrygo y Brahim generaban peligro en acciones individuales pero duró poco. A partir del ecuador de la primera mitad todo se atascó, se volvió más lento y el Sevilla comenzó a defenderse con más comodidad.

En el segundo acto, los de Ancelotti pusieron la directa y por medio de los brasileños pusieron todo el peligro y las jugadas de desequilibrio, aunque la más clara la tuvo Isaac Romero, donde Lunin realizó una parada antológica. Después de la lesión del árbitro, todo se volvió a enquistar con un Real Madrid haciendo todo lo que estaba en su mano y el Sevilla defendiendo bien el área. Creo que se echó de menos tener disponible a Joselu. El partido estaba para un atacante de su perfil. Pero llegó Luka. Esa maravillosa pierna derecha del croata para dar un triunfo vital para seguir con un colchón sobre los perseguidores. Luka al rescate.

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