Luis Enrique y su modelo de Selección-club
El infinito. Si Luis Enrique fue capaz de decir “el líder soy yo” cuando se presentó en el Barça de Messi, no podía esperarse menos de la puesta de largo de la Selección el viernes. “El listón es el infinito”, dijo a punto de apretar el botón de la operación Qatar. Siempre hay agraviados en este episodio de las listas. El Betis colgó un tuit con una foto de Álex Moreno, Borja Iglesias y Canales; y el Espanyol, con la misma melodía, uno con otra de Darder y Joselu. Habrá quien haya echado de menos a Iñigo. Y otros a Thiago. Incluso los nostálgicos de Ramos. Pero quien quiera encontrar las huellas de este equipo, solo tiene que irse a la Eurocopa. Luis Enrique hizo su bloque allí, repiten 17; y de los titulares apenas se va a incorporar Gavi, que ya fue a la F4 de Milán. Y ahí creyó ver que algo había enraizado. Veremos su resultado en Qatar. El fútbol ha dejado en la historia polémicas de grandes nombres que, por uno u otro motivo, dejaron de acudir a grandes torneos. Desde Maradona en el 78 con Menotti, a los líos de Schuster con Alemania, de Laudrup en Dinamarca o de Ibra en Suecia entre otros muchos. En esta Selección no había ya un macho alfa como cuando Luis decidió darle carpetazo a la era de Raúl. Y a todos los héroes de 2010 les ha ido alcanzando el tiempo de manera natural salvo a Busquets. Aquella España se fue apagando. Era necesaria otra manera de hacer. España se ha establecido, dentro de lo posible, en un modelo de club. Por su manera de funcionar y sus automatismos para jugar.
Sin estrellas. Un rápido vistazo a los 32 seleccionadores que van al Mundial detecta apenas tres ganadores de Champions: el mismo Luis Enrique, Hansi Flick y Van Gaal, este ya en el final de su carrera. Deschamps ha ganado un Mundial y Martino, Tite o Fernando Santos son entrenadores con bagaje. Uruguay y Argentina van a la cita casi con dos rookies, Diego Alonso y Scaloni. Nadie va a mirar a España por el terror que desprenden sus nombres. En la última lista del Balón de Oro, Francia puede presumir de Benzema y Mbappé; Brasil, de Vinicius o Casemiro; Bélgica, de Courtois o De Bruyne; e Inglaterra, de Kane, Foden o Alexander-Arnold. Argentina será la de Messi; Croacia, la de Modric; Senegal la de Mané; y Polonia, la de Lewandowski. ¿Y España? España llevará tatuado el nombre del documental que estrenó hace ahora un año: la fuerza del grupo. Un equipo que no va a engañar a nadie y que se ha ido cociendo durante dos años. Sin egos, pero con ganas de emocionar. En la Euro ya recuperó muchos vínculos con la gente. Ahora es el momento de que se hagan eternos. E infinitos.