Opinión

Luis de la Fuente y su ministerio de defensa

El sueño americano de España empieza en el grupo H, la letra mágica que le condujo a la gloria en Sudáfrica, con una pequeña trampa...

Luis de la Fuente, en el sorteo del Mundial en Washington D.C.
ROBERTO SCHMIDT
Juan Jiménez
Redactor jefe de AS. Fue colaborador en AS (2000-04) y, después de pasar por Málaga Hoy, regresó como jefe de Sección en Málaga. Delegado de Andalucía entre 2009 y 2012, colaboró en la integración digital-papel de AS en Madrid. Cubre la información del Barça y la Selección de baloncesto. Tres Juegos Olímpicos. Colaborador de SER, Canal Sur y Gol.
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Uruguay, número 16 en el ranking FIFA, con el recuerdo de aquel penalti a las nubes del Principito Rubén Sosa en el Friuli (1990); Arabia Saudí (60 del ranking), con el del cabezazo de Juanito antes de que Ribéry y Zidane bailaran sobre la Selección en Hannover en 2006… y Cabo Verde (66) como aventura exótica sin precedentes conocidos.

El sueño americano de España empieza en el grupo H, la letra mágica que le condujo a la gloria en Sudáfrica, con una pequeña trampa. Ni la Selección ni Argentina, curiosamente pendientes de la famosa Finalissima que todavía espera fecha, pueden equivocarse si quieren evitar un cruce diabólico en dieciseisavos de final. Es un torneo largo, que añade una eliminatoria de cruces, lo que convertirá en algo heroico alcanzar el campeonato. Por eso, conviene que la Selección vaya poniéndose objetivos de corto plazo. El Mundial puede esconder tantos recovecos inesperados que, de momento, el primer y único objetivo de la Selección debe ser el liderato de grupo.

De la Fuente asintió al lado de Karanka en el Kennedy Center de Washington después de que saliese la última bola: Cabo Verde. Ahora ya saben a qué se enfrentan. Pero ambos saben, mejor que nadie, que su única preocupación empezará cuando se cierren las puertas de la residencia de concentración que elijan en Estados Unidos.

Durante las seis semanas de concentración en Donaueschingen de la pasada Eurocopa, España se convirtió en un equipo inabordable, mezcla del orden táctico impuesto por su seleccionador, una columna vertebral que incluía, además de Unai Simón, Laporte, Fabián y Morata, al futuro Balón de Oro (Rodrigo), la experiencia de Carvajal, y la magia de Pedri, Olmo, Lamine y Nico.

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A medio año del Mundial, la Selección es número uno del ranking FIFA, pero necesita redondearse como entonces. Lejos de problemas que parecían más urgentes, como los problemas físicos de Lamine o Nico (resueltos con el juego interior y la llegada de Merino, Ferran, Baena…); el tramo final de Morata (con Oyarzabal) o los problemas físicos de Carvajal y Rodri (bien resueltos por Porro y Zubimendi), De la Fuente tiene que reunirse con su ministerio de defensa. Huijsen, Cubarsí, Vivian o Laporte están sensiblemente peor que hace unos meses. Unai Simón también da algún síntoma de debilidad. Queda tiempo, pero ese piloto rojo está encendido.

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