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Luis de la Fuente, el nuevo Capitán España

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Trabajo, respeto, cercanía, bondad... son palabras imprescindibles en el vocabulario de Luis de la Fuente (Haro, La Rioja, 1961), nuevo seleccionador de España. La Federación ha optado finalmente por la opción de la continuidad y la estabilidad tras la marcha de Luis Enrique, dándole el mando de la Absoluta a un hombre que no ha parado de potenciar el talento de las jóvenes promesas, de conseguir éxitos en las categorías inferiores en la última década y para el que nadie tiene malas palabras. Ha logrado un Europeo Sub-19 en 2015, otro Sub-21 en 2019 y la plata en los JJ OO de Tokyo 2020. Su palmarés le avala, pero más lo hace su forma de ser. “Es un tipo realmente amable, un crack”, son las palabras más repetidas entre los periodistas que se han encargado de cubrir las selecciones inferiores en los últimos años. Y es que la Federación ha optado por la calma después de la tormenta. Si Luis Enrique era puro rock and roll para la prensa por su actitud y su forma de expresarse, que lo hacían ocupar siempre las portadas de prensa e informativos, De la Fuente es todo lo contrario. Un hombre contundente en sus respuestas, que no se va por las ramas, no chulea a nadie, organiza corrillos para hablar de fútbol y siempre mantiene la sonrisa en la cara.

La apuesta además por su elección es una apuesta continuista. La gran mayoría de los jugadores de la Selección han trabajado con él en la Sub-21 y conocen muy bien sus métodos. Unai Simón, Eric Garcia, Rodri, Asensio, Nico Williams, Pedri, Yeremi Pino, Dani Olmo, Ferran... y muchos otros que no fueron al Mundial como Fabián Ruiz, Ceballos, Mikel Merino o Zubimendi son ejemplos de grandes talentos a los que De la Fuente les ha ido abriendo las puertas de La Roja.

El nuevo seleccionador ha sido y es un gran deportista. Como futbolista profesional fue lateral del Athletic en los años ochenta siendo titular en las dos últimas ligas conquistadas por el equipo bilbaíno con Javier Clemente como entrenador. También jugó varias temporadas en Sevilla, ciudad que también siente como suya y de la que está profundamente enamorado, y terminó su carrera en el Alavés. Tras su retirada, el tiempo entrenando sobre el césped lo sustituyó por tiempo en el gimnasio, al que le gusta ir a levantar peso. “Soy un hueso duro de roer”, bromeaba cuando le preguntaron si sería capaz de ganarle un pulso a Adama Traoré, al que también tuvo bajo su mando en las categorías inferiores.

Nunca pone malas caras ni guarda ningún tipo de rencor. No las puso puso cuando algunos jugadores que habían debutado con la Absoluta se negaron a ir a torneos con la Sub-21. Tampoco cuando, sin margen de preparación, tuvo que cubrir a la Absoluta en un partido ante Lituania por un brote de COVID cuando varios de los Sub-21 estaban de vacaciones. Para De la Fuente, la vida es dar sin pedir. Y al final, es la vida la que le ha acabado colocando donde se merece: en el banquillo de la Selección.