Los sonidos mágicos de mi niñez
En tiempos dominados por las innovaciones tecnológicas que han revolucionado nuestras cotidianas existencias, cada vez más alejadas del calor humano, es maravilloso constatar cómo la radio mantiene la esencia de su magia innegociable: el sonido. De las tres patas mediáticas que dominan nuestra excitante profesión (prensa escrita, radio y televisión) es sin duda la radio la más excitante, imaginativa y creativa. Aunque la tecnología ya te permite ver cómo Dani Garrido dirige la extraordinaria orquesta del Carrusel o a Manu Carreño la de El Larguero, todavía mucha gente (mi señora madre la primera) se queda epatada imaginando la cara de esas voces que se meten en nuestras vidas desde que tuvimos uso de razón.
Crecí en mi modesta casa de Carabanchel escuchando Lucecita junto a mi madre mientras la ayudaba en las labores de casa. Nunca olvidaré este nombre: Guillermo Sautier Casaseca. Un guionista radiofónico único. O cuando me encerraba los domingos en la mesa de la cocina para seguir la jornada de Liga (los partidos eran a las 4 de la tarde), con ese Carrusel dirigido por Vicente Marco y Joaquín Prat animando con sus cuñas publicitarias. En la SER también descubrí las entrañas federativas del deporte con las noches de García (mis padres me regañaban porque al día siguiente tenía que madrugar para ir al cole), pero el sonido me atrapaba y ese niño sólo imaginaba ser periodista deportivo como ellos. Como De la Morena, como Juanma Gozalo, como Pepe Domingo Castaño... Ahora me veo narrando los partidos de mi Madrid con Antonio Romero (The Best), Mijatovic, Álvaro Benito, Relaño, Ponseti, Itu... Un orgullo disfrutar en vivo de mis sueños infantiles. La radio cumple 100 años sin arrugas y en plena forma. Ha sabido adaptarse a los tiempos digitalizados y su futuro es imparable. Amar la radio es amar la vida...