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Los intangibles tangibles de Muriqi y el récord negro de Gueye

Un coloso humilde

El extraordinario prestigio competitivo que se ha granjeado el Mallorca, antes con Javier Aguirre y ahora con Jagoba Arrasate, no se entendería sin la presencia de Vedat Muriqi (30 años). Es evidente que no es el delantero más fino, tampoco el más certero. Él lo sabe y alinea su juego con la humildad que muestra dentro y fuera del campo. Incluso se puede afirmar, sin riesgo a equivocarse, que se quiere poco. “Si no gano duelos aéreos, no puedo jugar al fútbol. Con estos pies…”, dijo después, consciente de sus limitaciones, de otra exhibición de trabajo, derroche físico y ayudas al compañero. Sin embargo, nadie infravalora a Muriqi en la Liga. Es un coloso del aire, ofrece salida en largo, descarga y se impone en el área. Nadie se lleva más disputas aéreas que él en la competición -19 de 36 en estas cuatro primeras jornadas, cinco de diez ante el Leganés- y hace la vida más fácil al Mallorca. “Su trabajo es intangible”, explicó Arrasate sobre la labor que desempeña el delantero. En parte, es así, aunque también tiene un reflejo que se traduce en puntos como define su asistencia a Dani Rodríguez tras alzarse sobre Sergio González durante la victoria bermellona en Butarque. Muriqi lo pone todo en favor del equipo y esa exaltación del colectivo que predica ofrece en su justa medida lo que es a nivel individual. Un jugador impagable que todos quieren tener.

La negligencia

Se tuvo que contentar el Villarreal con el empate en su visita a Mestalla. No le quedó más remedio, porque pudo ser peor. La expulsión de Pape Gueye en la segunda parte obligó a los de Marcelino a fortificarse en su terreno de juego -25,7 de distancia media hasta su portería de la línea defensiva- y optar por resistir como fuese. A sus 25 años, el mediocentro francés no se corrige. Contra el Valencia se tiró al suelo en el centro del campo para intentar anticipar sobre Almeida cuando ya le habían enseñado una tarjeta amarilla antes y dejó al Villarreal con uno menos en una acción que claramente se pudo ahorrar. Es habitual que su nombre se asocie, como triste protagonista, a imprudencias más que evitables, de ahí que se haya convertido en el futbolista más rápido en recibir cuatro tarjetas rojas en este siglo en la Liga. Lo ha hecho en solo 20 partidos. Durante su etapa en el Sevilla en la campaña 2022-23, fue expulsado por doble amonestación ante Celta y Atlético y vio la roja directa contra el Elche. Gueye está bajo sospecha debido a este ímpetu exagerado y mala toma de decisiones. Marcelino ya le ha tomado la matrícula.

Transparente

Entre tanto elogio por su admirable apuesta ofensiva, el Celta de Giráldez, Aspas y Mingueza, que celebra su merecida citación con la Selección, corre el peligro de desintegrarse si no rectifica su comportamiento defensivo. Osasuna hizo lo que quiso en todo momento. No se entera en el balón parado, se parte por las bandas y carece de la suficiente jerarquía para afianzarse pese a actuar con tres centrales. Por algo es el equipo de la competición que más goles debería haber recibido, aunque el Valladolid ostenta esa condición. De todos modos, el equipo vigués lleva ya nueve tantos encajados y transmite una sensación de fragilidad importante. El Celta juega alegre y predispuesto al espectáculo, pero no puede olvidarse de sus responsabilidades sin el balón.

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