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Los Faraones Blancos

Otra final más.- El 4-1 definitivo refleja el hambre competitiva que mantiene esta plantilla capacitada para salir airosa de las emboscadas del destino (plaga de lesiones, derrotas envueltas en ruido exterior, falta de definición por las ausencias de Benzema...) y de los vaticinios escépticos de los que se empeñan en poner fecha de caducidad al proyecto de Ancelotti. Este equipo se merece crédito y por eso supo sufrir y amasar el triunfo sobre el mejor equipo histórico de África con cuatro goles de museo. Cuatro goles que explican que también en Marruecos la gente sea del Madrid. Una picadita de Vinicius para abrir la lata (con una grada entregada, el brasileño volvió a su mejor discurso: el futbolístico); un gol de alta definición de Valverde en el 2-0 (el ‘Halcón’ ha vuelto); una obra de arte fabricada entre Ceballos y Rodrygo con un ‘tuya-mía’ con taconazos incluidos que nos recordó lo que lograban hacer los jugones cuando disfrutábamos en los partidillos del recreo en el colegio. Y hablando de niños, un gol postrero de Sergio Arribas a los 28 segundos de saltar al campo en la última recta de la semifinal con los egipcios. El chaval llevaba tiempo derribando la puerta desde el Castilla de Raúl y llegó su momento. Cantera power.

‘Real’ Al Ahly.- Así habría que bautizar a los egipcios. El gran equipo hegemónico de África (10 Champions de dicho continente le contemplan), con ese gen competitivo que siempre tuvieron los deportistas egipcios. Los Diablos Rojos de El Cairo tienen un potencial constatable en los propios Mundialitos, donde es un clásico. Hay que valorar esta victoria como se merece. De hecho, cuando pusieron el 2-1 en el marcador hubo momento de incertidumbre. Dos de ellos los desterró Lunin con dos paradas espléndidas. Courtois es el mejor portero del mundo, pero cuando le toca turno a Lunin yo duermo tranquilo...

Gracias, Koller.- El técnico suizo nos hizo un favor que es de agradecer. El Al Ahly solo me inquietaba cuando cogía la pelota El Shatat, un tipo que juega con el descaro de los años 70 (en el Español, el chileno Caszely era algo así). Sus ocurrencias y sus regates en una baldosa dieron algún quebradero de cabeza hasta que a falta de un cuarto de hora el tal Koller decidió quitarle. Gracias, míster.

Territorio vikingo. Al igual que en Arabia Saudí, Marruecos demostró ser un país mayoritariamente madridista. El trayecto del autobús que trasladó al equipo de Ancelotti hasta el estadio Príncipe Moulay Abdellah impresionó porque parecía el acercamiento previo a una final de Champions. Miles de aficionados del país norteafricano se agolpaban en las aceras de las calles cercanas a la sede de esta semifinal del Mundial de Clubes, que también lo será de la final del sábado. Ya desde dos horas antes había muchos madridistas en las gradas calentando sus gargantas para animar al equipo de su amores, solo superado en sentimiento por esa sorprendente selección de Marruecos que nos pasó por encima en el Mundial de Qatar. Aquí hay censadas nada menos que 12 peñas: Al Karam, Marrakech, REMATE y La Blanca Paloma (estas dos últimas de Tetuán), El Aaiun, Kénitra Madridista, Castillejos, Casa Madridista de Casablanca, Peñas Amantes e Hinchas del Madrid (Alhucemas), Peña de Marruecos, Agadir y Tánger. Este fenómeno social es conocido como ‘Madridismo sin Fronteras’.

El Al Hilal.- Estos días escucharán que vaya castaña de final al tener como rival al equipo saudí. Pues yo vi la semifinal con el Flamengo y les metieron un meneo futbolístico incuestionable. Muchos respeto a los Vietto, Marega, Ighalo, Carrillo, Cuéllar y Al Dawsari. Gran rival. Gran final. El Mundial nos espera. El Real Madrid, siempre presente.