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Los errores ya son de infantiles

Dijo Aspas la semana pasada, al término del partido contra el Getafe, que los errores cometidos no eran ni siquiera de juveniles, que eran más bien de cadetes. Pues el Celta sigue retrocediendo categorías en la grosería de sus fallos. La patada de Beltrán a Yamal es más propia de infantiles que del fútbol profesional. Con el balón en el aire, se limitó a seguir la pelota y golpear cuando llega a su altura, sin observar nada de lo que tiene alrededor. Lo más inteligente hubiera sido saltar de cabeza o al menos asegurarse de que no había ningún rival cerca. Pero no, decidió actuar sin pensar en las consecuencias. Y así siguen volando los puntos.

Salió a dar la cara por decisión propia al término del encuentro y pidió perdón. Le honra porque es poco habitual en el mundo futbolístico. De todas formas, el error individual es un mal colectivo en el Celta. No hay día que no haya un tiro en el pie y así parece imposible salvarse. De momento, los vigueses continúan a salvo por deméritos de los demás, pero la puntuación es extremadamente baja. Y es que al equipo de Benítez no le basta con realizar partidos notables para sumar, siempre necesitan la perfección. Los errores individuales, cada vez más groseros, siembran las dudas en Balaídos. La final de Cádiz marcará el nivel de agonía, pero cada vez cuesta más resetear después de los encuentros. El cabreo durará tiempo, pero al Celta le va la vida en el siguiente partido. No hay margen.

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