Los amigos de Garuba empiezan a creer
Nada más terminar el partido, cuando las pulsaciones todavía no habían decaído, Usman Garuba dedicó su primera frase a hacer autocrítica: “Si queremos jugar la final, esto no puede volver a pasar”. No lanzó un mensaje de alegría, ni mucho menos de euforia. Nadie le hubiera recriminado una manifestación abierta de su felicidad en los micrófonos, la celebración exultante de la gesta, porque España va a jugar su undécima semifinal consecutiva en el Eurobasket. Pero los grandes competidores buscan la excelencia. Y Garuba lo es. La diferencia de esta semifinal con las anteriores es que estos actores no figuraban en los pronósticos. Su avance es una de esas agradables sorpresas que nos depara, de tiempo en tiempo, el deporte. El pívot de los Houston Rockets ya lo había dicho el día antes en AS: “Ni mis amigos confiaban en nosotros”. Era un sentir general, no sólo de sus amigos. Las casas de apuestas, que no están hechas para perder dinero, han sido notarios de esa realidad. El tope teórico de esta Selección estaba en el cruce de octavos. Así que estas semifinales, heroicas y merecidas, son un éxito.
El objetivo de la Selección se ha cumplido con creces. Pero Garuba, decíamos, prefirió hacer autocrítica. Ese es el espíritu que ha conducido a España, con un equipo con menos nombres, a luchar por las medallas. Y ese es el espíritu que debe permanecer para buscar el milagro completo. Este grupo ha demostrado que puede ganar a cualquiera. Turquía y Lituania lo han sufrido en sus carnes. Pero también puede perder con cualquiera: Bélgica es el ejemplo. Al igual que la primera parte ante Finlandia, 15 puntos abajo, esa a la que alude Usman para recordar que sólo con trabajo se puede alcanzar el infinito. Sergio Scariolo ha sabido sacar al equipo de los dos agujeros. El seleccionador es el líder. Y los jugadores le siguen con fe, porque ya han comprobado que es el único camino. También los amigos de Garuba.