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Los 40 de Torres nos hacen mayores

Varias generaciones de rojiblancos esta mañana envejecieron de golpe. Fue una alerta en el móvil. La fecha de hoy, 20 de marzo, cumpleaños de Torres y un número: cuarenta. ¿Dónde está el despertador de Bill Murray que siempre amanecía en el mismo día? Para pedírselo y meter con Cher, Sonny y su ‘I got you babe’, al Niño. Porque los ídolos nunca deberían hacerse mayores. ‘El Niño’ y ‘cuarentón’ es un oxímoron para el que nunca se está preparado. Pero así ha amanecido este 20 de marzo. Lleno de recuerdos en Twitter. Recuerdos de aquel chaval que era el Niño y que parecía que nunca iba crecer. Los anuncios de Pepsi, bueno, p-e-s-i, que él es de Fuenla. El look tan dosmil. Las mechas rubias, la cresta, el pelo largo. El Nokia en la mano. El vídeo con El canto del loco en el que Dani Martín le ‘levanta’ a Natalia Verbeke. Su cara de niño. Sus pecas. La valentía que tuvo de ponerse un club con cien años de historia a la espalda, un club en su momento más difícil. Aunque fuese un crío. Porque que no se nos olvide que lo era. Apenas un juvenil que había llegado al primer equipo para arrancarle las sombras. El niño que llegó al Calderón de la mano de su abuelo y ya nunca más se fue. Su traspaso a Liverpool fue el fin de los años oscuros. El dinero que dejó por su traspaso, hasta Griezmann el más alto de la historia del club. Su historia con el Atleti es la más bonita historia de fútbol.

El viaje fue largo. Liverpool, Chelsea, Milán. Entre medias aquel gol que volvió a hacer a España campeona de Europa y arrancó tanto peso de encima a un hombre al que se criticó tanto, la otra gran leyenda del Atleti, su maestro, Luis Aragonés. El viaje fue largo pero volvió. Era un día de Reyes, era 2015, el Calderón se llenó como para un partido solo por verle, a su Niño, porque seguía siendo un Niño, qué jóvenes éramos todavía todos, qué jóvenes cuando mirábamos al frente y volvíamos a verle a él. Aquel otro gol, ante el Barcelona, en la Copa. Ese Torres que se agacha y con un simple beso muestra la devoción más profunda por ese lugar. El Calderón, su casa, su gente. Lo estoy escribiendo y se me pone la piel de gallina. Jo, es que Torres es mucho, es todo. Soy incapaz de ver sus lágrimas tras la final de Milán. Sé que están ahí, que pasaron, pero yo estaba en el campo y no quería verle, sobre todo a él, porque sabía qué significaba ese título para un tipo que es el Atleti de cuánto lo siente. Siempre que han vuelto a ponerlas en la tele he apartado los ojos. Pero el fútbol, la historia bonita, tenía su final perfecto. Él que había ganado Champions y hasta un Mundial pudo colgar las botas después de ese título, el único que le faltaba. Uno con el Atleti. Un título con el Atleti, jod... Los del Atlético sabíamos qué era. Una Europa League más importante que un Mundial, una Eurocopa o una Champions. Porque no era una Europa League más. Era el título con el Atleti, en la última oportunidad. El viaje a Neptuno.

Torres hace Atleti cada vez que habla. Cuando lo hace hay que sentarse y escuchar, atentamente. Él lo dijo, que este club es levantarse. Él lo contó, cuando se fue de todas, destino Japón, última parada del fútbol, después de jugar también en el estadio del Atleti de las generaciones siguientes, el Metropolitano, que le despidió con esa verdad meridiana, ‘De Niño a leyenda’, mientras en la hierba sus hijos, Nora, Leo y Elsa, podían ver, de su mano, qué importante era papá para todos aquellos que, a su vez, eran tan importante para él. El Atleti, su afición. Cuando se fue dijo que no volvería para ser un florero. Que si lo hacía sería para sumar. Parecía que ese lugar estaría en la dirección técnica. Pero hizo el curso de entrenador y ha comenzado desde abajo, dando los pasos firmes, de la cantera al cielo. Su Juvenil ya ha ganado Ligas, ha ganado al Madrid (la última vez el fin de semana) y en la Youth League ha alcanzado la semifinal. Todo bajo esa serenidad y humanidad que le caracteriza. Porque Torres sigue siendo sobre todo Fernando. La leyenda que se para con cada persona que le pide una foto, que devuelve Atleti en cada gesto, que te emociona profundamente, que te atraviesa. Pero todo esto seguía pasando como en una dimensión paralela, ahí estaba Torres, de nuevo de vuelta, pero siempre el Niño que no crece, el Niño para siempre, hasta la piedra de esta mañana. Levantarse y descubrir que ha cumplido cuarenta. ¿Torres? ¿Cuarenta? No, no puede ser, que en sus pecas haya también canas. Porque si él tiene cuarenta, cuántos nosotros entonces. Fernando, felicidades.

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