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Así, así, así, gana el Madrid.- Pasarán los años y sólo los madridistas sabremos entender la grandeza genética de este equipo. Con diez tras la expulsión de Vinicius, perdiendo por 1-0 en un Mestalla embravecido con una afición motivada con el cambio de entrenador y el triunfo parcial, con un equipo que parecía desperdiciar la posibilidad de irse líderes de vuelta a la capital... En ese instante, Ancelotti miró al banquillo y se encontró al de siempre, al único Balón de Oro que hay en esta plantilla (lo ganó en 2018), al Peter Pan del fútbol (como lo bautizó Antonio Romero en El Carrusel), al jugador 10 de esta plantilla (por dorsal y por grandeza futbolística). Allí estaba Luka Modric para dibujar la ruta de una nueva gesta, de una nueva remontada made in Real Madrid. A esa revolución liderada por el genio de Zadar se unieron Camavinga y Brahim, que salieron de refresco y le dieron un impulso bestial al equipo. Bellingham, dolido por el penalti fallado se incorporó a la conjura en busca de esa victoria que para los no creyentes era imposible pero que para cualquier madridista era bastante previsible. Cuando usted dé por muerto a este equipo no se levante a coger un refresco a la nevera. A su regreso los presuntos difuntos habrán resucitado de forma heroica hasta conseguir desmoralizar a sus enemigos y enamorar una vez más a sus fieles creyentes. Ser del Madrid consiste en entender que todo es posible en cualquier circunstancia, por adversa que sea. Ser del Madrid es una gozada porque te regala noches como esta. Normal que tenga 700 millones de seguidores...

Locura final.- Por si había alguna duda, Modric dijo “aquí estoy yo” poniendo su prestigiosa firma en el 1-1 con un remate perfecto tras una recuperación de balón de Brahim (siempre espléndido) y un pase medido y calibrado por Bellingham. Era el minuto 85 y lo lógico sería haber asegurado un punto en las circunstancias enloquecidas en las que andaba metido el duelo. Pero entonces no sería el Madrid. Modric, que a los 39 años juega mejor que con 29, siguió al mando de la Operación Remontada y el Valencia de Corberán se fue encogiendo temiendo el desenlace que estaba escrito en la mente de los 46.420 aficionados que estaban en las gradas. Imprudencia temeraria de Foulquier y Guillamón en la salida de balón que aprovecha Jude, siempre Jude, para encarar a Dimitrievski y embocar con un remate picado y sutil. De crack. De jugón. De ganador nato. Su explosión de rabia y júbilo la acompañó con un equipo que lució el naranja como un gigante en la tierra donde esta fruta es ley de vida. Lo hicieron, sí. Otra vez.

Gracias, Mestalla.- Precioso el homenaje que el Valencia y la afición che dieron al Real Madrid antes del partido en agradecimiento por el magnífico comportamiento que tuvo el club blanco por la tragedia de la DANA. La senyera gigante donada por el Madrid a Levante y Valencia se convirtió en una postal que simbolizó la solidaridad de todo un país con esta región devastada por la terrible riada. Los capitanes, Lucas y Gayà, posaron juntos con un recuerdo que debemos tener presentes todos cada día que pasa. Hermanados y sin odios infantiles, llegaremos todos más lejos.

Líderes con versales.- Ganar así sabe mejor. Y más verte por primera ves en lo más alto de la tabla. Ya sé que el Atleti con un partido menos, pero ojo que al Barça de los no inscritos ya le sacamos cinco puntos, con los mismos partidos jugados. Eso es un océano. El 0-4 del Bernabéu ha quedado en anécdota. Si yo fuera culé (tranquilos, no caerá esa breva) estaría realmente preocupado. El Madrid se acuesta antes de los Reyes Magos con la sensación de que puede con todo. Eso sí, nunca más la imagen de la primera parte. Por ahí vamos mal.

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