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Las urgencias históricas de un canalla

La mesa 10 de la Confitería Saint Moritz, en el barrio de La Florida de Buenos Aires se ha quedado sin ese cliente habitual que cada vez que se sentaba tenía sobre la mesa, sin pedirlo siquiera, dos cafés cortos. A César Luis Menotti no le gustaba que el café se enfriara ni tener que esperar a pedir el segundo. El primero se lo tomaba de sopetón y el segundo lo degustaba. A Menotti, nunca le gustaron las urgencias.

Llegó a Barcelona tras el Mundial de España para liderar un equipazo con Maradona y Schuster y en cuanto llegó con sus tejanos, la americana, el pelo largo y el cigarrillo entre los dedos dejó frases para la posteridad. Una, relacionada precisamente con las urgencias. Definió al club blaugrana con una sentencia que a pesar de las décadas podría esculpirse en el museo: “Al Barcelona le pueden las urgencias históricas”. No triunfó, pero cambió la manera de jugar del Barcelona en un prólogo de lo que vendría años después. Si ahora los finos analistas hablan de ‘bloque bajo’, cuando llegó Menotti hablaron de “achique de espacios”. Su fútbol era académico, pausado y él, como buen “canalla’, pues su corazón siempre perteneció a Rosario Central era un disfrutón. La leyenda de que Núñez jamás entendió por qué el Barcelona pasó a entrenar por la tarde en vez de por la mañana es real. Menotti le dijo que si los partidos se jugaban por la tarde, el biorritmo del cuerpo tenía que estar habituado a la tarde. Ahí, urgencias, para madrugar, pocas.

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