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Las obras, el medio plazo y la realidad

En el Celta, Benítez el primero, no se cansan de repetir la palabra paciencia. Solicitan calma para un proyecto que está en obras, tanto a nivel deportivo como institucional, con Marián Mouriño poniéndose la camiseta en la banda, dispuesta a entrar por su padre. El relevo en la presidencia, pese a que todo queda en familia, conlleva numerosos cambios que requieren un tiempo. De ahí que no paren de hablar de un proyecto a medio plazo, algo que en el fútbol parece un siglo.

Las palabras son muy bonitas, todo suena precioso al oírlo. El programa electoral habla de una legislatura de tres años: permanencia tranquila esta temporada, salto de calidad el próximo año y máxima ambición en 2025. El plan idílico de Marián Mouriño, no obstante, se olvida de una variable definitiva: la maldita pelotita. Si el balón entra, si el equipo camina más o menos con paso firme, habrá tranquilidad. Si los resultados son adversos y el equipo deambula por la zona roja, la paciencia se tornará en nerviosismo. No hay más. Es una ley que ha estado siempre vigente y así seguirá. Perder ante el Barça entra dentro de lo previsto, es obvio, pero tan importante será el cómo, sobre todo de cara a los siguientes compromisos, en los que la calma empezará a ser un bien escaso. Porque el medio plazo es una utopía.