Las mujeres solucionarían el arbitraje
Será que en casa me ponen el podcast Deforme Semanal a todas horas, con las divertidas y brillantes Lucía Lijtmaer e Isa Calderón denunciando este mundo de hombres pero últimamente me he convencido de lo que dice el maestro Alfredo Relaño: “Las mujeres civilizan todo lo que tocan”. Y si algo necesita civilización es el fútbol. En todos sus ámbitos tanto de negocio como de deporte. Creo firmemente que el juego sería mejor con mujeres árbitras que con hombres.
Vivimos uno de los peores momentos arbitrales de la historia. Y no porque se equivoquen. Eso viene de serie. Sino por su talante pendenciero y charlatán durante los partidos. Los árbitros siempre fueron parte del espectáculo. Todavía hoy se les cita en las previas como un elemento indispensable: “30.000 espectadores, temperatura ideal para la práctica del deporte rey, arbitra fulano de tal del colegio aragonés”. Siempre que escucho esos tópicos pienso: ¿A mí qué me importa quién arbitra y mucho menos de dónde es? Son parte de esta historia y como el VAR ha tomado tanto protagonismo se les ha ido de las manos. Son estrellas porque meten goles o los paran. Son decisivos y eso es una hecatombe.
¿Y por qué las mujeres arreglarían este despropósito? Porque no tienen esa necesidad tan masculina de sacar el ego a pasear en cada decisión. Cuatro de los árbitros más cacareados son policías o militares. Una vez escuché a uno decir que le gustaba mandar, hablaba de la adrenalina de la autoridad. Y eso se percibe cada vez que paran un partido, con miles de personas observándoles, para correr 40 metros y echarle una bronquita al entrenador famoso de turno. ¡Qué ganas de que les miren! De demostrar poder y dominación. Pues no, eso no lo hacen las mujeres.
La ingeniera granadina Alhambra Nievas fue premiada como mejor árbitra de ambos sexos en 2016 en rugby. Cierto que en este deporte se respeta más al árbitro que en el fútbol pero Nievas demostró que es una anomalía insoportable que no haya al menos paridad entre los árbitros.