Las futbolistas españolas están hechas de otra pasta
Veamos cómo estaba la selección femenina de España hace un año. El equipo había partido para el Mundial de Australia y Nueva Zelanda en medio de una tensión insoportable. Un buen número de internacionales, algunas de ellas entre las más prestigiosas de la Selección, decidieron romper amarras con la Federación que dirigía Luis Rubiales. Las acusaciones eran gravísimas: falta de recursos para el equipo, desatención, intromisión en la vida personal y un clima de continua sospecha. Rubiales consiguió salvar el apuro con una serie de concesiones que dividieron a las jugadoras. Muchas volvieron, pero algunas de las más significativas mantuvieron su decisión.
No era el mejor síntoma para comenzar el Mundial, aunque el Barça había ganado la Copa de Europa y las selecciones Sub-19 y Sub-17 se habían llevado la Eurocopa. No ayudó tampoco el tiroteo a la primera Liga de Fútbol Profesional Femenino, detenida en el comienzo por un problema con los honorarios de las árbitras, un palo entre las ruedas que la Federación utilizó como torpedo a la nueva competición.
En una Federación tan disfuncional, liderada por unos dirigentes que presumían de machotes, la Selección demostró que un buen equipo, comprometido con el trabajo que tenía enfrente, es capaz de aislarse de las miserias federativas. España ganó el Mundial, con una gran repercusión mediática en todo el planeta. En cuanto a las miserias federativas profundizaron en la desfachatez y la ignominia. Al lado de la reina Letizia, de la infanta Sofía, del presidente australiano, de Gianni Infantino, sumo sacerdote de la FIFA, Rubiales se agarró los testículos en el palco presidencial de Sídney para festejar el triunfo. En el césped besó en la boca a Jenni Hermoso y defendió su decisión minutos después en las radios españolas, donde los entrevistadores jaleaban su discurso.
Ha pasado un año de aquella tempestad, coronada por la infame asamblea federativa, donde Rubiales lanzó el discurso garbancero que le costó su inhabilitación como presidente de la Federación, una purga considerable en varios estratos federativos y un proceso electoral que desembocó en la elección de un presidente que ya ha sido descabalgado por el Tribunal de Administración del Deporte (TAD).
De manera que no tenemos presidente en el fútbol, pero la Selección de Luis de la Fuente gana la Eurocopa y la Selección femenina llega a las semifinales de los Juegos, sometida a una masiva fatiga emocional y física. Las futbolistas llevan 12 meses sin descanso: Mundial, Liga, Premier League en algunos casos, Copa, Champions League (conquistada por el Barça a finales de mayo), partidos de clasificación en julio para la próxima Eurocopa, partidos duros además, con derrota frente a la República Checa. Lo más sorprendente es la capacidad del equipo para gestionar todos los inconvenientes y seguir adelante, contra viento y marea.
España derrotó este sábado a Colombia en un partido que indicaba la eliminación. Las colombianas se adelantaron 2-0 y exprimieron el sistema nervioso de las jugadoras españolas. Vinieron los cambios, regresó el coraje y el orgullo, España no cesó en sus ataques y confirmó su impresionante vena competitiva. Empató a dos, no obtuvo rédito de sus ocasiones en la prórroga y solucionó el trago con la victoria en la tanda de penaltis. Cuatro lanzamientos, cuatro goles. El mérito de este equipo supera el más rotundo de los elogios.
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