Opinión

Lamine es español y cumple con el Ramadán

Lamine Yamal es un reflejo de nuestra sociedad. En el aula de cualquier instituto veremos chicos de aquí y de allá y la gran mayoría seguramente construirá su vida en nuestro país.

Lamine Yamal celebra un gol con España.
MIGUEL MORENATTI | DiarioAS
Joaquín Maroto
Actualizado a

La última vez que tuve la ocasión de charlar un rato con Lamine Yamal fue en marzo. Al terminar la entrevista le di las gracias, a título personal, por haber elegido jugar con España y no con Marruecos. Lo hice después de que me hablara de su infancia en Rocafonda (Mataró) y de que me revelara que cumple con el Ramadán, como buen musulmán. Me sorprendió que a él también le sorprendiera mi agradecimiento: “Pues tampoco me lo ha dicho mucha gente, pero me gusta escucharlo”, me dijo contento.

La mejor gestión de la Federación en el último cuarto de siglo fue convencer a Lamine para que vistiera La Roja. No era fácil porque tiene bien ancladas sus raíces. Convencerle fue mérito de Francis Hernández, que fue jefe de la cantera en Las Rozas. Viajó varias veces a Barcelona, habló con el jugador y también con sus padres, le ofreció un proyecto y la amistad cuajó. Ya no está en la RFEF, pero al César lo que es del César.

Cuento lo de Lamine porque una leyenda de Marruecos, Mustapha Hadji se ha referido a él. Ha dicho que en España nunca gozará del cariño que se le tiene en su país y que siempre será marroquí aunque juegue con el nuestro. Lo primero lo podríamos discutir, aunque ya se verá durante el Mundial que no es así. Pero lo segundo no ofrece dudas: Yamal nació en España y es y se siente español... sin dimitir por ello de la mitad de su sangre, la que le corre por las venas por parte de su padre, Mounir Nasraoui.

Lamine Yamal es un reflejo de nuestra propia sociedad. En el aula de cualquier instituto veremos chicos de aquí y de allá, de una procedencia u otra, nacidos en España de padres emigrantes, los habrá católicos y musulmanes, blancos y negros..., pero todos están aquí y la gran mayoría seguramente construirá su vida en nuestro país, aunque no renuncien a sus raíces. Solo se puede jugar con un país, pero se pueden querer dos a la vez.

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